Lo más insoportable es el fétido olor, las cucarachas y las ratas, pero lo peor es el miedo a que se derrumbe la finca. La gotera de aguas fecales de una tubería rota ya traspasa la viga maestra de la entrada de un modesto inmueble de Son Gotleu en el que residen 24 familias. Están "desesperados", malviviendo desde hace cuatro meses con unas aguas insalubres procedentes de un piso vacío de la primera planta del edificio, el número 6, consecuencia de un desahucio bancario.

El líquido no solo se cuela por la estructura del inmueble, sino que sale por debajo de la puerta, blindada contra posibles okupas. En algunos momentos del día, cuando los vecinos utilizan más los váteres, se forman enormes charcos y el olor es tan insufrible que provoca arcadas. También se ha inundado el piso inferior, fruto de otro desahucio por parte de la misma entidad bancaria, y este sí tiene la puerta abierta, por lo que se puede entrar y observar qué ha provocado la rotura de la tubería de aguas fecales. Al acceder, una decena de cucarachas se espanta de las pisadas.

Los vecinos ponen cubos bajo la gotera principal del rellano de la finca y tratan de limpiar lo que pueden, pero quieren una solución al gravísimo problema del pasaje Pic de Cebollera 4. María Valle ha acudido a todas partes. "Primero fui al banco, ya que sabíamos que era suyo, y en mayo enviaron un fontanero, pero no hizo nada. Les llamé para ver qué pasaba y me dijeron que lo habían vendido. Fui al registro de la propiedad para asegurarme". La vivienda número 6 pertenece ahora a una empresa de gestión de fondos inmobiliarios.

María también llamó al Ibavi y fue al Casal de Barri, desde donde alertaron a Urbanismo, mientras que Margarita Pizà lo denunció dos veces ante la Policía Nacional y Verónica Oliver, otra vecina, lo hizo en Sanidad de Cort. María ha logrado una autorización judicial para poder entrar en el piso. Sin embargo, "necesitamos que estén presentes tanto la Policía Local como un cerrajero y un fontanero, y no hay nadie que quiera hacer este trabajo, ya que no tenemos que pagarlo nosotros".

"Lo único que queremos es que alguien lo arregle", dice Paquita Manresa. "No pueden imaginarse el daño que nos están haciendo", le sigue Soledad Garde. Todos los afectados coinciden en que el olor "es lo más insoportable", confirma Roberto Ojeda, aunque Margarita recuerda que "lo realmente grave es que el problema está afectando a las vigas de la estructura y puede caerse el edificio". Brehima alerta de que "también está llegando a la finca de al lado", que empieza a tener humedades.

En el piso de enfrente al de la tubería rota residen Ana María, Jonathan, su bebé y el resto de la familia, de nueve miembros, y "muchas veces se mete el agua en la casa". María vive arriba y el olor fecal le ha llevado a "trasladar los colchones a la sala, porque se nota menos que en la habitación. No quiero que mis hijos duerman en estas condiciones". En la finca hay una veintena de niños y otro a punto de llegar, ya que una vecina está embarazada y, por culpa del agua, se ha resbalado y casi se ha caído en dos ocasiones.

Por la noche no tienen luz en las zonas comunitarias de la finca y se guían con linternas o móviles. Este problema añadido es ahora "una ventaja, porque el agua cae al lado de los cables y hubiera sido un peligro más". No obstante, las 24 familias de Pic de Cebollera 4 siguen con el miedo en el cuerpo y malviviendo entre aguas fecales sin que nadie les haga caso.