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Crónica de antaño

El jardín botánico de Palma

Se pensó en s´Hort del Rei como jardín botánico, pero el proyecto no llegó a buen fin.

El interés por la flora de Balears viene de lejos. La historiadora del Arte Júlia Roman recuerda en su interesante trabajo sobre el jardín botánico de Palma que ya en el siglo XVI hubo botánicos europeos, como es el caso del británico Thomas Penny, que llegaron a la isla atraídos por su rica flora, especialmente por sus endemismos. Ahora bien, fue en el siglo XVIII, con la eclosión de los métodos científicos, cuando los trabajos de botánica tuvieron un verdadero impulso y atención.

En España, fue en época de Carlos III que se institucionalizaron los estudios mediante la creación del Real Jardín Botánico de Madrid, el cual tuvo como actividad central sus expediciones científicas a América. Fueron los profesores Miquel Barnades y Antoni Palau, ambos al frente de las cátedras de botánica en Madrid, los grandes impulsores de los estudios de la flora española. En aquella época empezó la colaboración del mallorquín Cristóbal Vilella, el cual aportó un importante elenco de dibujos y notas de la flora y fauna de la isla.

En Mallorca, a partir de 1778, la intelectualidad se aglutinó bajo la Sociedad Económica Mallorquina de Amigos del País. El primer ilustrado que destacó en el estudio de botánica fue Bonaventura Serra, quien hizo el primer catálogo de la flora mallorquina. En 1785, un socio de la SEMAP, el catedrático Rafel Evinent Muntaner, fue colaborador del Real Jardín Botánico de Madrid. Otro ilustrado que se inclinó por la botánica fue el cardenal Antoni Despuig, que tuvo la iniciativa de crear un jardín botánico en una finca de su familia: Raixa.

Como apunta Júlia Roman, desde principios del siglo XIX, la SEMAP tuvo como uno de sus principales objetivos la creación de un jardín botánico en Palma. Este terreno debía ser cultivado siguiendo la idea ilustrada del estudio y experimentación de la flora como herramienta de mejora de la agricultura y de la instrucción pública. En 1801 se intentó hacer un primer jardín en el antiguo convento capuchino extramuros (en las inmediaciones de las Hermanitas de los Pobres), aunque la imposibilidad de cercar el huerto con un muro hizo que se plantease la búsqueda de otro lugar.

Con esa finalidad, se visitaron unos terrenos de pastura entre los baluartes de Berard y del Príncipe, pero el sitio era pequeño, caro y su tierra de cultivo de mala calidad. Mientras tanto, a finales de 1805, se aprobó la Real Orden dictada por Carlos IV en la que se conminaba a crear veinticuatro jardines botánicos en diferentes capitales de provincia, especialmente en las que ya existiese un grupo consolidado de naturalistas.

El jardín de un socio

La SEMAP, al no encontrar ningún terreno en el que se pudiesen cultivar las plantas y realizar sus estudios, decidió convertir el huerto del socio y destacado botánico Pere Trias en el jardín botánico oficial de la Sociedad. Por fin se ponía en marcha, y arrancó con mucha actividad. Desde un primer momento se contó con el apoyo de los jardines botánicos de Madrid y Valencia. Pero había un problema nada desdeñable: su ubicación, pues el huerto del señor Trias estaba en la localidad de Esporles. Sin embargo, los años durante los cuales se trabajó en este jardín fueron fructíferos para el avance de los estudios de la flora. A pesar de ello, hacia 1820 la SEMAP reinició la búsqueda de un solar dentro de la ciudad. En un primer momento se pensó en s´Hort del Rei, pero el proyecto no llegó a buen fin.

En 1827, el capitán general de Baleares, José Mª Alós propuso hacer un jardín botánico en el huerto del Hospital General, que debería costear y mantener el Ayuntamiento. La Junta del Hospital aceptó la propuesta. Las obras se iniciaron bajo la dirección del médico y botánico Bartomeu Obrador. El Ayuntamiento se encargó de construir un aljibe destinado a proveer el agua para los cultivos. El arquitecto Juan Sureda se encargó del cercado del huerto.

Éste se articulaba mediante un muro perimetral, coronado por una valla de madera y un acceso monumental, a la manera de arco triunfal, inspirado en el del jardín botánico de Madrid. De este primer recinto nos queda alguna fotografía y es fácilmente reconocible tanto por la puerta de Sureda, como por la primitiva cuesta que daba acceso al Hospital General, que por aquel entonces estaba adosada a la Misericordia. Por lo tanto, el jardín se situaba más o menos en el solar que hoy ocupa el acceso al Hospital, aunque parece ser que no llegó a convertirse en el jardín botánico deseado, sino que se convirtió en el huerto del Hospital destinado a proveer verduras a la cocina y plantas medicinales a la farmacia del centro. De esta manera lo recoge Pere d´Alcàntara Peña: "Jardín Botánico. Espacio cerrado con verja de madera destinado a esta atención, con puerta de entrada adornada con columnas encajonadas en las jambas del portal. No está terminado, porque faltan en su interior las plantas que han de legitimar su nombre".

El Instituto Balear

Paralelamente, apareció en Palma el Instituto Balear, lo que significó un nuevo impulso para los intereses botánicos. Creado por la Diputación Provincial a instancias de la SEMAP, tuvo entre sus objetivos primordiales la formación en temas agrícolas. En 1836 se iniciaron los estudios de la flora. En 1842, de la mano del director del Instituto, Francisco Manuel de los Herreros, el jardín botánico se ubicó en el antiguo huerto del colegio de Montesión, aunque no resultó adecuado para poder desarrollar los cultivos requeridos, debido especialmente a la calidad de la tierra y a la falta de agua. Por ello, en 1861 se solicitó, y autorizó, el traslado del jardín botánico ubicado en Montesión al habilitado años atrás en el Hospital General. Pero las intenciones del Instituto se toparon directamente con la oposición frontal de la Junta del Hospital, lo que condujo a un largo litigio del que salió beneficiada la Diputación Provincial.

Ello acabó en la ampliación del edificio de la Misericordia, la creación de un nuevo acceso al plaza del Hospital (lo que provocó la desaparición del huerto y de la valla y puerta de Sureda) y en la construcción de un nuevo jardín botánico. De esta última actuación, en 1896, se encargó el arquitecto Joan Guasp y dio lugar, con algunos cambios, al jardín que hoy contemplamos. En su propuesta, Guasp se decantó por hacer un jardín inspirado en el paisajismo de influencia inglesa. De esta forma el jardín se integró en el conjunto de la Misericordia. Finalmente, en 1932, el arquitecto Josep Alomar introdujo modificaciones puntuales en diferentes puntos de la Misericordia, entre los cuales encontramos la creación del portal monumental que da acceso a dicho jardín.

*Cronista oficial de Palma

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