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Comercio

Ciudad franquicia

No solo suben los alquileres en viviendas, también los comercios sufren aumentos que triplican las tarifas actuales. Muchos cierran o dejan el centro

El centro de la ciudad como la plaza de Cort y alrededores agrupa la gran masa de turistas que compran lo mismo que encuentran en otros destinos turísticos. B. Ramon

La cuenta atrás del bar Cristal, cuyo cierre parece inminente al no poder afrontar alquileres que oscilan entre los 25.000 y 30.000 euros mensuales que se están pidiendo en la plaza de España, tras el vencimiento de su contrato con la familia Isern a mediados de agosto, ha vuelto a evidenciar que Palma no se escapa al signo de los tiempos: ser ciudad franquicia. ¿Quién si no se puede permitir pagar semejantes precios? Ni la cacareada recuperación permite al pequeño comerciante jugar en esta liga.

Los habitantes de Palma, la mejor ciudad para vivir, pagan caro el éxito. El "moriremos de éxito" corre de boca en boca, incluso entre aquellos que insisten: "Vivimos del turismo".

Precisamente ahí está la clave de estos precios desorbitados por locales comerciales en el centro de la ciudad. "Es una realidad, la presión en el precio de los alquileres de las viviendas también la están sufriendo los comercios", indican desde Afedeco. Dos ejemplos, Quesada, un establecimiento histórico que estaba en el Born y que, si bien no cerró, "acabó en segunda línea", apunta el portavoz de la asociación comercial; y La Filadora, que de estar en la calle sant Miquel, también "se tuvo que ir a una calle más alejada del centro. Encontraríamos muchos ejemplos más", añade.

Los picos de subida en los alquileres de locales no responden a una única causa. En 2015 se actualizó la Lau (más conocida como ley Decreto Boyer) por el cual se ponía fin a dos décadas de renta antigua tanto en viviendas como en locales comerciales. Los comercios cayeron como un castillo de naipes.

"Hay que tener en cuenta que entre 2010 y 2014, cayeron 2.000 comercios en Palma. Estamos hablando de negocio familiar. Tuvimos que buscar cobijo en una ciudad que comercialmente no estaba valorada, salvo en el Born, Sindicat y, sobre todo, sant Miquel. pero el sector ya llevaba años arrastrando la crisis de 2008, con alquileres muy altos, la presión de los bancos y la caída en ventas. Al tener que satisfacer préstamos, tenemos que reducir gastos fijos que en comercio son los alquileres, sobre todo. Buscamos más baratos. Pero en los últimos seis meses, el cambio ha sido vertiginoso", indica Antonio Sampol, representante de Pimem comercio.

Él mismo ha sido una víctima de "los acontecimientos actuales que nos superan", dice en relación a "industria turística en alza al haber conflictos en destinos turísticos del norte de África, y Palma convertida en el punto de mira de inversores multinacionales". Su negocio ha tenido que mudarse de una travesía de Ramblas a Miguel Arcas. "Me triplicaron el alquiler, unos mil euros al mes, por un local de 85-90 metros cuadrados", detalla.

Sin "identidad"

O sea, el éxito de unos cimentado en el desplome de la mayoría. Con un casco antiguo que ha cambiado su fisonomía convirtiendo muchos de sus comercios históricos en souvenirs y sus esquinas habitadas por heladerías, ha provocado la asfixia de muchos de sus residentes, unidos en plataformas como Ciutat per a qui l'habita o en asociaciones como las de Canamunt, en estado de alerta permanente ante la "pérdida de identidad".

"Me resisto a creer que Palma va a ser una ciudad de franquicias, pero creemos que la Administración debería regular la pérdida de comercios emblemáticos con medidas que los protegieran como se ha hecho en Barcelona", indica Rafael Ballester, presidente de Afedeco. A su juicio, "se les debería proteger porque son los comercios centenarios los que nos diferencian".

Diferentes o no, lo cierto es que Palma ha ido viendo cómo cerraban locales con historia como Casa Roca, el Lírico, el Forn del Teatre, Antigua Casa Bet, Nins y Frasquet, por citar los casos más recientes entre un alud de fallecimientos entre el pequeño comercio que, en sus huecos, se han colocado negocios hechos para servir a la demanda turística, en un centro de la ciudad cada vez más poblado por ricos inversores y, sobre todo, por los usuarios de Ciudad franquicia: turismo de alquiler vacacional y turismo de hotel urbano. Palma está aquejada del mismo mal que afecta a Venecia, Barcelona, Lisboa, Amsterdam: la turistificación.

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