En cuatro días se han registrado las caídas de dos palmeras en el Paseo Marítimo, sin ocasionar víctimas ni daños de importancia. Desde Cort indicaron ayer que el domingo pasado se produjo el primer desplome de esta especie de árbol, y un segundo sucedió tres días después. Por todo ello, la jefa del departamento de Parques y Jardines, Inma Gascón, decidió que los técnicos podasen ayer dos ejemplares contiguos a los caídos "por precaución al comprobar que estaban torcidos".

Sin tener claras las causas de estos accidentes, se han enviado muestras al Consell para que analicen si hay o no existencia de hongos que puedan haber provocado estas caídas. No saben aún cuándo tendrán una respuesta puesto que "ahora están muy centrados en el tema de la Xylella", dijo el portavoz del Ayuntamiento.

Para evitar tomar más medidas drásticas -"la tala es lo último a lo que recurre el servicio; no somos unos arboricidas", indicó días atrás Gascón-, se ha adelantado en una semana la poda de las palmeras que recorren el Paseo Marítimo, una de las postales de Palma.

Por ello, se ha suspendido la poda en s'Arenal y los jardineros especializados se han desplazado al Paseo. Ayer mismo se vieron a varios de ellos liberando de frutos las copas de las palmeras.

Precisamente, el ir cargadas de dátiles provoca que las copas de estos ejemplares de palmera acaben doblándose y provocando rupturas de ramas que caen al asfalto.

"Se veía venir"

Fueron tres los comercios o negocios, además de un establecimientos hotelero, los que en dos días han visto en primera línea la caída (el martes pasado) de una palmera sobre la carretera, teniendo que ser interrumpido el tráfico en dos de los tres carriles en dirección Palma-Porto pi, y la tala de dos árboles de la misma especie contiguos.

"Son viejas palmeras, y además este año han tardado un poco más en hacer la revisión. No he tenido miedo, pero se veía venir que algún día se caería", comentó Magdalena Torrents, propietaria de un souvenir cercano.

De manera similar lo vivió Luisa Hilton, de la Inmobiliaria Vida Balear. "La palmera estaba saturada de fruta, y se veía que podría caer, como así ha sucedido".

Cuenta que la caída del árbol la mañana del miércoles "fue un susto muy grande; afortunadamente, en aquel momento no pasaba ningún vehículo, si no, habría matado a alguien. Escuché un crujido y luego un estruendo enorme. Pasé miedo".

Aplaude que poden y talen las dañadas, aunque espera que "las sustituyan porque las palmeras son la seña de identidad de este paseo".