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Sa Torreta

Oferta y demanda diseñan la ciudad

¿Queda alguna tienda dedicada a la venta de cigarrillos de vapor? Y, si las hay, ¿qué porcentaje suponen sobre de las que tuvieron...

Venta de comida en máquinas en servicio permanente. M. Mielniezuk

¿Queda alguna tienda dedicada a la venta de cigarrillos de vapor? Y, si las hay, ¿qué porcentaje suponen sobre de las que tuvieron sus puertas abiertas en pleno auge de la moda de fumar sin tabaco? ¿Queda algún vídeo club en Palma? Y, si existen, ¿cuántos son en comparación con los que hace una década ofrecían servicio de 24 horas como si se tratara de un servicio de urgencias?

¿Cuál es el negocio de moda actual o cuál imperará dentro de unos meses? ¿Los donner-kebab?, ¿las esquinas dedicadas a chucherías de máquina?, ¿las fruterías?, ¿las yogurterías?, ¿los establecimientos en los que entras con las uñas hechas un asco y sales con unos remates en los dedos que parecen extraídos de los delirios coloristas de Joan Miró?

¿Cuáles serán los negocios del futuro?, ¿tiendas de robots que nos abastecerán de mayordomos sin convenio que resolverán las tareas domésticas?, ¿agencias de viajes estelares?, ¿consultorios médicos pret a porter que en unos minutos analizarán la sangre, emitirán un diagnóstico y proporcionarán el tratamiento adecuado?

Palma estaba llena de sastres y modistas que ajustaban la americana o el traje a las medidas del cliente. Abundaban las lecherías en las que cada mañana se adquiría el producto para llevarlo directamente a la mesa del desayuno. Y los ultramarinos. Incluso existía algo llamado ferretería.

Hoy los sastres son franquicias en las que compramos la misma camisa que un japonés adquiere a la misma hora en una tienda de Tokio decorada exactamente igual que la de Palma. Las vacas de nuestros días están en los estantes -líneas para los expertos-. Los ultramarinos son supermercados. Las ferreterías han sucumbido tras el aterrizaje de las cadenas de bricolaje.

La imagen de la ciudad depende de la ley de la oferta y la demanda. Las tiendas, sus colores y su estética varían según lo que demande la clientela. Parecido a lo que sucedía en el pasado y también radicalmente distinto. La diferencia estriba en que antes los cambios tardaban décadas en consolidarse. Ahora las invasiones y las desapariciones son cuestión de meses.

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