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Sa Torreta

Las discretas 'manis' de los primeros 70

Ni mujeres ni consignas ni pancartas. Lo escribe el propio autor de la fotografia, Torrelló, al remitírmela. Así era una manifestación de la...

La manifestación desciende por la Costa de Sant Domingo. Torrelló

Ni mujeres ni consignas ni pancartas. Lo escribe el propio autor de la fotografia, Torrelló, al remitírmela. Así era una manifestación de la izquierda sindical en el tardofranquismo. Esta es de alrededor de 1974 y la movilización desciende por la Costa de Sant Domingo hacia la sede de la representación del Estado en Balears. No existían governs, consells ni ayuntamientos democráticos a los que vilipendiar. Solo el Gobierno Civil, y al poder, aunque fuera el moribundo del dictador, solo se le ladraba con sordina.

Las huelgas eran conflictos laborales y las manifestaciones, concentraciones no autorizadas en el lenguaje de la época. Se iba a ellas sin pancartas, pero con el pitillo en la mano o entre los labios. Se reclamaban mejores condiciones de trabajo en la hostelería o en la construcción, pero sin cascos, mandiles, pinturas de guerra o banderitas sindicales. Lo que abundaba eran los pantalones acampanados con los que los jóvenes de la época intentaban emular a Travolta con una particular y patosa fiebre del sábado noche.

En las marchas sindicales o sobre polémicas ciudadanas -como la del Parc sí, parking, no- se bregaron los líderes de la izquierda local. El más destacado de cuantos salen en la fotografía es Paco Obrador -quinto por la izquierda en primera fila-, que lideraba la entonces ilegal UGT. Obrador fue alcalde de Calvià gracias al milagroso cambio de voto de un concejal desconocido. El milagro es comprensible porque aún era sacerdote. O cura obrero, como se decía en los albores de los 70. Luego intentó arrebatar el Consolat de la Mar a Cañellas, pero su cuota de prodigios divinos estaba agotada. Otro de los sindicalistas conocidos es Antonio Palomino. Y seguro que los lectores encontrarán más.

Era tiempo de manifestaciones. La izquierda no decía que lo era. La derecha se congregaba a pecho descubierto y brazo en alto para expresar su inquebrantable adhesión al caudillo o su rechazo al contubernio judeomasonicomarxistaleninista (uff!). Pero en un país en vías de desarrollo, otro eufemismo de la época, no había dinero para la escenografía que acompaña las protestas actuales.

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