Los dimonis sacaron antorchas, surtidores y carretillas de fuego. Los mortales encendieron velas, barbacoas y hogueras. Los hijos de Lucifer incendiaron el Parc de la Mar, los simples ciudadanos abarrotaron las playas urbanas y todos calentaron aún más si cabe la Nit de Sant Joan. El ritual fue "que no se acabe la noche", como animó Álvaro Santillán mientras preparaba los "chorizos criollos, carne fileteada, pan, mojito y lo que venga" en una barbacoa en Can Pere Antoni para entre 15 y 20 personas, "un asado argentino" a pie de playa. Poco antes de las 21 horas ya estaba llena, como la del Portitxol, donde el grupo de Anne, una chica francesa residente en el Molinar, había ocupado la primerísima línea.

Con ella estaban sus amigos daneses, españoles y dos suecas con flores en la cabeza. "En su país también celebran esta noche, aunque se llama Mid Summer y es tradición que las solteras se pongan coronas de flores frescas", como explicó. En el Parc de la Mar se pudo ver el típico adorno en la cabeza de varias escandinavas, vestidas demasiado elegantes para recibir a los 362 dimonis que participaban, el averno de Palma al completo. Miles de personas, locales y extranjeros, acudieron a la llamada de la noche mágica, ya fuese junto al mar o bajo la Seu para asistir al correfoc.

Las siete colles de dimonis de Ciutat hicieron su aparición justo después de las 22,30 horas. La luz se apagó unos minutos antes, con la entrada en escena de los más de 30 componentes de la batucada Kintrofà. La percusión creó una gran espectación, sobre todo a los primerizos en la revetla de Sant Joan, porque no sabían qué iba a pasar. El sonido de los tambores llegó hasta el túnel de ses Voltes, acompañado por la multitud, y cuando paró empezaron a salir poco a poco los seres del Infierno del interior de la muralla.

Las llamas procedentes de una hilera de surtidores llenaron la parte superior de Dalt Murada mientras las bèsties de foc el Drac de na Coca y el Drac de Sant Jordi animaron con sus chispas a los que antes se acercaron a la zona cero del correfoc. Gentes de todas las edades y nacionalidades se aproximaron a ver el espectáculo, pero quienes querían disfrutar a una distancia prudencial se subieron a la parte elevada con césped o lo presenciaron desde lo alto de la muralla o el puente del lago.

Los dimonis de Kinfumfà, Realment Cremats, Trafoc, Enfocats, Endimoniats, Trabucats y Es Cau des Boc Negre avanzaron juntos hacia la explanada donde estaba el escenario en el que poco antes Tomeu Caragol dio el pregón de inicio de la noche más corta y, para muchos, más larga del año. Durante más de una hora, el baile del fuego acaloró a los presentes con el ritmo de las batucadas de las colles y el susto de los juguetes de los dimonis, como tridentes y alas en llamas. La traca final llegó con el encendido conjunto de las dos bestias y los cientos de seres endemoniados.

Ya era medianoche y, en esos momentos, las miles de personas que llenaban las playas al otro lado de la autovía de Llevant se metían en el agua, que estaba a unos 25 grados, y cumplían con el ritual de espantar a los malos espíritus del invierno.

A primera hora de la noche, quienes querían terminar con las malas costumbres de los palmesanos incívicos fueron Es Racó de ses Idees, Greenpeace Baleares y STOP Residuos. Voluntarios de las tres entidades concienciaron en la playa del Portitxol a quienes ya estaban preparando las viandas y el tenderete para la fiesta. Dos de ellos acudieron al grupo de Joan Coll para explicarles que es mejor usar vasos reutilizables, como los que les ofrecieron, y ceniceros de cartón, en lugar de tirar las colillas en la arena. "Me parece muy bien esta iniciativa. Yo suelo recoger la basura que hay en la arena con un gambanero y en 15 o 20 minutos llego a llenar dos bolsas", destacó este palmesano que sí cuida el medio ambiente.

En el paseo de la playa, varios niños convertían "camisetas en bolsas haciendo nudos", tal como explicó Xisco Avilés tras aprender que "el mejor residuo es el que no se genera", según una voluntaria. Los pequeños que estaban en el Parc de la Mar al atardecer, antes del correfoc, también disfrutaron de varios talleres, aunque en esta ocasión de máscaras de dimonis, para asustar a Sant Joan.