Palma es pródiga en esculturas en la vía pública. El afán de poblar la ciudad con obras de arte, algunas de ellas de discutida calidad, y con un interés propagandístico por encima del cultural, se evidencia, tres décadas después del cénit del acontecimiento que precipitó la compra, la Universiada, en el deplorable estado de muchas de ellas.

Casos flagrantes como la pieza Five Paths, de Richard Long en el parc de ses Estacions, que "está sin inventariar", según cuenta el cronista de la ciudad, Bartomeu Bestard; o el Conjunto escultórico, de Guinovart, en el Parc de la Mar, y también Device to Root out Evil, en la plaza de Santa Catalina, ponen en entredicho el nulo celo de la Administración por el legado cultural que pagó la ciudad.

Ahora, Cort ha retomado y concluido una iniciativa que empezó el anterior equipo de gobierno: inventariar los bienes muebles del Ayuntamiento, y entre ellos, el parque escultórico, unas 123 piezas. Bartomeu Bestard, el cronista de la ciudad, es el responsable de una tarea que, increíblemente, aún estaba sin hacer. "Se trata de regularizar la compra y colocación, de cara a la revisión del Plan General, de las esculturas que están en la vía pública. En la Universiada, y otras etapas, ´gloriosas´, en las que se compraban a destajo, el Solleric era una pequeña república", comenta el cronista.

El inventario se está actualizando entre los técnicos, un becario y "gracias a las llamadas DMS, el servicio del Ayuntamiento que atiende las solicitudes de los ciudadanos", indican desde Cort.

La dispersión de piezas de este parque es grande. Algunas están en almacenes municipales, varadas desde hace muchos años como la escultura de Alfaro, Gran cercle negre, y la de Franco Monti, Sombras pardas, rota y en Son Pacs, sin saber cuándo se retiró. Son solo dos ejemplos. Hay muchos más.

"El principal problema es el incivismo", indica Bestard. En sentido parecido, M. Magdalena Brotons, profesora de la UIB y autora del libro Escultures de Palma, señala: "¿Cómo impides y controlas el vandalismo? Es un problema, pero es patrimonio y hay que cuidarlo. En Palma se colocaron esculturas en la calle como si fueran setas sin una estructuración urbanística", apunta. "Muchas se han ido cambiando de lugar sin criterio muy claro", en referencia clara al Pájaro, de Ferràn Aguiló, que ha volado de sa Riera al Parc de ses Fonts. No es el único ´vuelo´.

"Hace falta educación", insiste Bestard. Él cree que "si a alguno de esos chicos que han convertido la obra de Guinovart en el Parc de la Mar en una pista de skate, se le explicara quién era el artista y porqué lo hizo, respetarían la obra".

Poner cadenas tampoco disuade, incluso al escultor Alfons Sard, cuya pieza en el Parc de la Mar es utilizada en los partidos de voley, le parecen ineficaces "las cadenitas militares que protegen Nancy, de Calder".

"Somos conscientes de que hay que restaurar muchas pero no hay sufriente dinero", se lamenta el concejal Llorenç Carrió.