Tiene guasa, e ironía. La del pequeño Sergi Escobar, de 4 años, que ha bautizado a su caracol Veloz, con el que ayer se inscribió en la carrera que es seña de identidad de la Fira del Caragol de Sant Jordi. "¡Vamos a ganar!", decía entusiasmado. Su hermana Neus lo miraba con piedad. Ella es veterana. Ayer concursó con Manchitas.

Sant Jordi no solo tiene mosquitos, inundaciones y "ruidos de aviones", como apuntaba Josep Lendínez, organizador de este festejo que ya alcanza su décimo séptima edición. "Siendo una zona con abundancia de caracoles, vimos que aquí no se celebraba ninguna feria, así que en el 2001 la montamos como una reivindicación frente a Son Ferriol, a la que Palma siempre le hizo más caso por su feria agrícola".

Los niños, ajenos a contiendas de vecinos, animaban a sus moluscos a golpe de vaporizador y con una hoja de lechuga. Se apuntaron más de un centenar de caracoles con sus niños.