En Canamunt hay dos citas que han calado no solo en el barrio, sino fuera de sus amenazadas fronteras. El mercadet de San Rescat de primavera y otoño es cita que suma adeptos y, según algunos de sus incondicionales, sube la calidad de sus productos. Lo de 'segunda mano' no se entiende ya como un campo donde todo vale. "Hay verdaderas joyas, si sabes buscar. cada vez hay más calidad", asegura el vecino Carlos Roig, un mercadillo victim donde los haya.

Mariajo Roldán es, además de vecina, vendedora. Ha convertido el traje de baño de niño de principios de siglo, esos de marinerito azul con rayas blancas, en su escaparate.

Es su cuarto año consecutivo en salir a la calle como el santo, ayer con cesta rosa, en una animada plaza del Quadrado, más parisina que nunca.

Otra de las inquilinas y privilegiada residente ten Can Barceló, la antigua fábrica de La Roqueta y uno de los hitos históricos del barrio, es la joyera Silvia Barceló, que bajo la firma Tumbaga Joies comercializa pendientes, anillos, collares y bolsos y carteras. Alumna de s'Estellera, la escola de joieria, le gustó compartir la iniciativa de esta escuela que ayer montó un pequeño taller. "Es la primera vez que venimos; estamos en el barrio y queremos implicarnos, establecer más lazos de comunicación", indicó su directora Toña Díez.

No faltaron las mesas de recogida de firmas y denuncia de la especulación que se está produciendo en un barrio que es víctima del alquiler vacacional. "Ciutat per a qui l'habita?", se leía mientras Cristina Torbellina hacía caricaturas y Raquel Ferreño contaba cuentos. Desde el Riu Tort se servía café y Mimoune Tlamid el té de Marruecos para dar bríos al "mejor mercadillo", según las vendedoras Maite Sedano y Belén Alonso.