Tres geógrafos de la UIB han diseccionado el fenómeno de los desahucios en Palma desde una óptica diferente: no son consecuencia de la recesión económica, sino fruto de "una estrategia de acumulación de rentas urbanas generalizada a través de la crisis". Las cifras son impactantes: 18.000 desahucios entre 2003 y 2014. El 77% afectó a inquilinos y el 23% restante fueron ejecuciones hipotecarias a propietarios. El estudio, que lleva por título 'Los desahucios de marca Palma. Geografías de la desposesión de la vivienda a través de la crisis', fue presentado ayer por Sònia Vives, Onofre Rullan y Jesús M. González.

"Esta urbe tiene algunas particularidades, de ahí el concepto 'Marca Palma'. Lo que vemos ahora es consecuencia de una serie de políticas urbanísticas que la han convertido en una ciudad de rentas como consecuencia de la especulación y la 'turistificación'. Este proceso empieza a mediados de los noventa con el PERI de sa Gerreria, y ha evolucionado hasta la actual masificación turística y el fenómeno de Airbnb", expuso Vives.

El documento distingue entre desahucios de inquilinos y de propietarios. Los ubica en determinados barrios de Palma y les asigna causas diferentes. Por ejemplo, relaciona las ejecuciones hipotecarias con rentas bajas y procesos de empobrecimiento, y las sitúa mayoritariamente en el barrio de Son Gotleu.

El 'factor Airbnb'

"Se producen sobre todo en barrios de clase media-baja, en la parte oriental de la ciudad. Su objetivo es facilitar la construcción social de la pobreza, la devaluación de la vivienda e intensificar la estigmatización social. Todo ello para permitir la apropiación de las rentas urbanas", afirmó Vives.

El informe constata que los desahucios por impago del alquiler, en cambio, están más vinculados a la gentrificación, fenómeno por el cual los vecinos del centro de una ciudad son desplazados a las afueras por la llegada de turistas.

Abarcan una zona más extensa y difusa de la ciudad. En este caso vuelve a aparecer Son Gotleu como uno de los barrios más afectados, pero también hay que incluir Camp d'en Serralta, Santa Catalina, sa Gerreria, Bons Aires, El Terreno y Camp Redó.

"Hay una clara relación entre 'turistificación', revalorización de los alquileres y desahucios, lo que se pone de manifiesto especialmente en sa Gerreria y en Santa Catalina", explicó la coautora del estudio. En este caso los damnificados por los lanzamientos son de clase media-alta y habitan preferentemente en el oeste de la ciudad.

Airbnb, la gran plataforma que promociona un alquiler turístico al que también ha sucumbido Palma, está en el punto de mira de los autores del estudio: la presión que ejerce el alquiler vacacional sobre el residencial ha disparado los precios y por tanto ha expulsado a muchos vecinos del centro de la urbe.

"Sin desahucios, los barrios no se pueden embellecer o 'limpiar'. Además se crean diferencias de renta y expectativas de revalorización en los barrios. Y contribuyen a la 'turistificación'. Pero para que se inicie este proceso antes hay que echar a la gente", relató Vives.

Rullan, por su parte, pronosticó que en los próximos años ese proceso de gentrificación que ya es evidente en el centro podría extenderse al Ensanche de Palma, en concreto a barrios como Pere Garau. "Lo vimos en sa Gerreria, también era una zona que estaba degradada y que presentaba expectativas de negocio importantes", valoró

El informe pone asimismo de manifiesto que el 75% de los desahucios tuvieron lugar a partir de 2008, que es cuando estalló la burbuja inmobiliaria. Haciendo una media anual, hubo 1.500 desahucios cada año.