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Crónica de antaño

El primer Ayuntamiento de Palma

El Ayuntamiento palmesano se fundó en 1718. AFV

El fin de la Guerra de Sucesión en 1715 dio paso a una profunda reforma institucional en el reino de Mallorca. La publicación mediante Real Cédula de 16 de marzo de 1716 del Decreto de Nueva Planta supuso un paso decisivo hacia la instauración de la monarquía absolutista, proceso que se había iniciado en el siglo XVI con los Austrias. Las reformas llevadas a cabo por la nueva dinastía de los Borbones, a parte de considerarse una medida sancionadora hacia los territorios que se habían mantenido leales al archiduque Carlos, tuvieron como objetivo aumentar considerablemente el control de la monarquía sobre las administraciones locales de la Corona de Aragón.

Para el caso de Mallorca y su gestión municipal, las antiguas instituciones medievales de la Universitat de la Ciutat i Regne de Mallorca y el Gran i General Consell desaparecieron para dar paso a una nueva institución: el Ayuntamiento. La intención no era sino unificar, centralizar y reducir el número de representantes públicos. En Palma, hubo una clara voluntad de querer dejar el gobierno municipal en manos de un reducido núcleo nobiliario local y leal a la nueva monarquía. Ello conllevó culminar las diferencias estamentales sociales que desde el siglo XVI se habían ido fortaleciendo en Mallorca en un lento proceso de acumulación de tierras, de capital y de control de los cargos públicos y eclesiásticos.

La idea del Ayuntamiento no salió de la nada sino del modelo municipal castellano. Ahora bien, tal como precisa con tino el historiador Eduardo Pascual Ramos "la transición a los Borbones no se produjo de forma inmediata y tuvo cierto grado de improvisación. De hecho, la administración, que hasta el momento se había encargado de la cuestión municipal, el Gran i General Consell, continuó funcionando, aunque de forma provisional, hasta el año 1718, fecha en la que se inauguró el ayuntamiento como institución sustitutiva". Por tanto, costó tiempo y trabajo llevar a cabo los deseos reformistas del rey. Introducir cambios en la Administración nunca fue fácil.

En este lento proceso

En todo caso, el sistema de elección no debía basarse en el sistema tradicional del sorteo. Apunta Pascual Ramos que el rey no quería sorpresas, al contrario, "la búsqueda de personas adecuadas para la nueva estructura municipal requería de miembros de reconocida confianza monárquica en la sociedad mallorquina, dividida entre vencedores y vencidos". Dos fueron, pues, los requisitos que se buscaron a la hora de formar el nuevo gobierno municipal: ser fieles a Felipe V y pertenecer a la oligarquía local (nobleza y burguesía). Quedaban excluidos de los cargos de jurados los mercaderes, menestrales, mujeres, eclesiásticos y cualquier tipo de minoría social o étnica.

Para la elección de los veinte nuevos jurados (denominados posteriormente regidores) destinados a formar el primer Ayuntamiento de Palma, la Cámara de Castilla pidió al comandante General„que en aquellos momentos era Jean François de Bette, marqués de Lede„ y a la Real Audiencia que propusieran la lista de candidatos. A la hora de elaborar una lista conjunta de candidatos, esa dicotomía no tardó en provocar desavenencias entre ambas instituciones locales. Parece ser que los motivos de esas desavenencias fueron protocolarios y formales. La discusión se zanjó elevando cada institución su propio informe a la Cámara de Castilla, institución que a su vez habría de informar al rey. Dichos informes incluían la lista de los candidatos e información complementaria sobre ellos. El de la Real Audiencia, firmado por el destacado botifler Miquel Malonda y Ponç de la Parra, fue más completo que el presentado por el Comandante Bette. Mientras se esperaba respuesta de Madrid, Bette fue sustituído en la Comandancia General por Juan de Acuña, marqués de Casa Fuerte. Era el año 1717. Precisamente el 18 de agosto de ese mismo año, el rey ordenó a Acuña a instaurar el nuevo Ayuntamiento mediante una ceremonia de nombramiento de los nuevos jurados. Los miembros escogidos finalmente por el rey procedían de los dos informes presentados, aunque la lista que consiguió más nombramientos fue la de la Real Audiencia. El acto no pudo realizarse con prontitud, antes al contrario, el comandante General remitió un escrito a Madrid con cinco dudas sobre cómo desarrollar la Nueva Planta. Ello explica que se tardase un año en celebrar la ceremonia inaugural del Ayuntamiento. Entre los veinte jurados que había nombrado el rey se encontraban dieciséis por la clase de caballeros, entre los que sobresalían destacados botiflers como Marcos A. Cotoner (marqués de Ariany); Juan Sureda (marqués de Vivot), Antonio Pueyo, Juan Despuig (conde de Montenegro), Miguel Ballester (conde de Ayamans), Francisco Valero, entre otros. Mientras que los cuatro jurados restantes lo fueron por la clase de ciudadanos: Francisco Palou, Marcos A. Reus, Nicolás Rossinyol de Defla y Jaime Custurer.

Finalmente, el acto fundacional tuvo lugar el 5 de agosto de 1718 y del que el secretario de la ciudad de Palma, Juan Odon García levantó acta, la cual sería transcrita años más tarde por el cronista de la ciudad, Benet Pons i Fàbregues: "Hallándose el Exmo. Sr. D. Juan de Acuña, Comandante General del presente Reyno de Mallorca en la Sala inferior de las Casas de esta Ciudad de Palma, y su Adjuntamiento (sic), [...] a fin de dar debido cumplimiento a las Reales Órdenes de Su Magestad de 12 de Agosto del año pasado 1717 y de 22 de julio del corriente año [...] Su Excelencia, haviendo visto y reconocido antes los Títulos de todos los Señores Regidores expresados en la sobredicha relación mandó llamarles al interior de la Sala". Aquí hay que parar la narración pues sucedió que, para acceder a la Sala, el maestro de ceremonias mandó a los jurados (regidores) que se despojasen de sus armas lo que provocó la protesta airada de algunos de ellos, especialmente los caballeros de hábito, pues según dijeron no se quitaban sus espadas "ni aun para comulgar". Finalmente se despojaron de ellas y "entrados en dicha Sala, prestaron en manos de su Excelencia el juramento en forma de haverse bien y fielmente en el exercicio de sus oficios de Regidores de la presente Ciudad de Palma a que han sido nombrados por Su Magestad [...] Y prestado por todos el Juramento el Exmo Señor Comandante, en señal de posesión, les mandó sentar por orden en dicha Sala que es la Capitular en donde se ha de celebrar el ajuntamiento, mandando que de ahí en adelante usen de sus Títulos tales Regidores, en lo político y económico de esta Ciudad". Quedaba así constituido el primer Ayuntamiento de Palma.

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