Muchos conocen el Patronat Obrer por su equipo de básquet, ya que vivió un gran esplendor, pero la verdadera importancia de la entidad creada hace 110 años es haber sido pionera en el ámbito social y formativo para los más desfavorecidos. A principios del siglo pasado, no existía en Palma ninguna iniciativa dedicada a los niños y jóvenes de clase obrera, a diferencia de lo que ocurría en otras ciudades. "Piensa que en aquella época no había escuelas gratuitas para ellos, por lo que un grupo de antiguos alumnos del colegio Montesión, animados por el jesuita Guillem Vives, quisieron paliar las necesidades que tenían la infancia y juventud de familias pobres", explica la presidenta de la fundación durante casi 20 años, Catalina Serra. Así nació en 1907 el Patronat Obrer de Sant Josep, promovido por el padre Vives y con los pilares de la formación y el entretenimiento destinados a los niños y jóvenes de Ciutat de origen humilde.

Su compromiso social hasta la actualidad y su aniversario le han valido recibir mañana la Medalla de Oro de Honor y Gratitud del Consell de Mallorca. Margarita Ferragut, presidenta del Patronat desde 2011, acudirá al acto con el socio de 94 años David Torres, que lleva toda la vida en la entidad y sigue ayudando en lo que puede. El millar de socios que tienen se suman a los cientos de alumnos que cada año acuden a los cursos de peluquería, estética, limpieza de superficies, fontanería, electricidad y climatización, entre otros que surgen según las necesidades de la conselleria de Educación y el Servei d´Ocupació de les Illes Balears (SOIB).

Llegan como consecuencia del fracaso escolar en el instituto y "muchos proceden de familias desestructuradas", según destaca Ferragut, por lo que el objetivo originario del patronato se sigue manteniendo. Cuando abrió sus puertas en 1907 en la calle Ramón Llull, los niños de familias pobres hallaron en la nueva organización católica "un lugar de acogida y ocio", como recordarán mañana en el Consell. Los primeros años tuvieron ´recreos dominicales´ y lo que llamaban ´batallón infantil´ con juegos de ingenio, la fiesta del árbol, creación de parterres para las plantas y excursiones, entre otras actividades.

En 1908 abrieron la escuela noctura y, dos años después, la diurna, donde estudiaron más de 4.000 alumnos en menos de una década. Los impulsores también crearon una biblioteca, un museo popular, una agrupación teatral, clases para hablar en público y un ´café de compañerismo´ en el que participaban importantes personalidades de la ciudad. Además, se impartieron conferencias de divulgación científica y se editó una revista para dar a conocer las actividades del Patronat.

Necesidad asistencial

Cuenta Catalina Serra que "había tantas carencias a nivel asistencial que se abrió un comedor para los alumnos de las escuelas, al que podían acudir madres lactantes". Después se amplió a otros niños e incluso trabajadores. "También se habilitaron unas dependencias para que la gente se pudiese asear, ya que no había agua corriente ni duchas en las casas. El patronato intentaba cubrir las necesidades a todos los niveles", afirma.

Margarita Ferragut incide en que "se caracterizaba por ofrecer una atención integral", incluido un servicio sanitario, debido a que se creó un dispensario médico y los propios facultativos adquirían las medicinas para los enfermos sin recursos. Impulsaron además una cooperativa de consumo para los artículos de primera necesidad y hasta para la construcción de viviendas. Todo ello sufragado con las donaciones de las clases altas de la sociedad palmesana, como señala Serra.

La Guerra Civil trajo la primera crisis del Patronat Obrer, aunque no llegó a desaparecer, y cuando acabó la contienda, el impulso que le dio el padre Enric Ventura consiguió revitalizarlo de nuevo. En aquella época, la sede estaba en una casa situada en la actual plaza Porta des Camp y junto a ella se construyó un inmueble para ampliar las instalaciones, donde hoy en día se encuentra el edificio municipal de Avenidas.

Fundación laica

Ventura lideró la entidad hasta 1972 y, "como se vivía un periodo de bonanza económica en la isla y no había carencias, los jesuitas decidieron ceder el Patronat a la junta directiva, convirtiéndolo en una fundación laica", especifica la expresidenta. Serra concreta que se difuminó el objetivo social de la organización, porque dieron prioridad a la sección deportiva de baloncesto. El equipo que llegó a ser campeón estatal fue creado por el padre Ventura, aunque los nuevos gestores lo potenciaron en exceso en detrimento de la idea inicial de la organización.

Vendieron el inmueble de las Avenidas y sufrieron una crisis económica de la que salieron a principios de los años 90 con el impulso del nuevo presidente, Gonzalo Fuster Barceló. Cuentan las posteriores dirigentes que él "recuperó las raíces del Patronat y consiguió construir una nueva sede -la actual en Nou Llevant- gracias a las subvenciones de las administraciones públicas y las donaciones particulares".

"En cada momento nos hemos adaptado a las necesidades que había", afirma Ferragut, como cuando iniciaron los cursos de formación profesional en 1995 u ofrecieron clases de castellano los años del boom de la inmigración, ejemplifica. La sección deportiva sigue activa, aunque ya no ofrecen baloncesto, sino fútbol, patinaje y pádel. Y tampoco dejan de lado la parte asistencial -dan comida a unas 350 familias al año y tienen dos pisos tutelados-, porque es la esencia del Patronat Obrer.