"¿Cuándo sale la Esperanza?", preguntaba una señora ayer tras más de dos horas y media de procesión. "Pues le falta más de una hora, por lo menos, es la quinta por el final", le contestaba un nazareno que esperaba su turno para salir en el desfile del Sant Crist de la Sang. La del Jueves Santo es, por tradición, la marcha religiosa más larga y más venerada en Palma, con la participación de las 33 cofradías, 39 pasos y miles de penitentes. Y de entre las tallas que desfilan, hay algunas que despiertan más fervor que otras, como son Nuestra Señora de la Esperanza, Nuestra Señora de la Salud y, por supuesto, el Crist de la Sang.

El desfile previo

La procesión del Dijous Sant empezó puntual, a las siete de la tarde, pero el desfile de pasos había empezado horas antes, con la llegada de cada uno de ellos a la plaza del hospital y, como novedad, a la de Santa Magdalena, donde fueron situándose.

Por motivos de seguridad, ayer, 14 pasos esperaron en Santa Magdalena para incorporarse a la procesión en el momento en que pasaran sus cofrades, que sí partían de la plaza del hospital. "Será rotatorio. Los pasos que este año están aquí [Santa Magdalena], el próximo año saldrán de arriba. En tres años, habrán pasado todos los pasos por aquí", aseguraba Bernat Bosch, vicepresidente segundo de la Associació de Confraries.

Poco antes de las siete de la tarde, la plaza y la cuesta de la Sang ya estaban repletas de público, y todos querían mantener su posición privilegiada, por lo que más de uno protestaba ante el incesante paso de gente. "Que es Semana Santa, vamos a tenerla en paz", pedía una mujer para finalizar la discusión con un hombre.

A la hora prevista, la cofradía Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de la Paz, de la iglesia castrense de Santa Margalida, comenzaba a procesionar, por ser la más joven de todas. Su gran paso Jesús ante Caifás, de madera de cedro, era el primero en bajar la cuesta.

Los dos pasos de la cofradía Nuestro Padre del Gran Poder y María Santísima de la Concepción, del polígono de Levante, salían desde Santa Magdalena. Uno de ellos, María Santísima de la Concepción, de 800 kilos, era portado solo por mujeres. La joven Bárbara Bonnin lo seguía con un carrito de la compra donde guardaba agua y comida para las costaleras, entre ellas su madre. Su procesión había empezado a las cuatro de la tarde, desde su barrio hasta el centro de Palma, y se iba a prolongar durante 12 horas, ya que hasta las cuatro de la mañana no regresarían, explicaba Bárbara justo antes de incorporarse a la marcha.

A medida que avanzaba la procesión, a un ritmo más lento debido a los parones, muchos ciudadanos iban cogiendo sitio en las proximidades de la Seu. Sobre las 23.25 horas salía por fin la talla de la Esperanza, de 1.400 kilos, mientras el Crist de la Sang esperaba aún yacente su momento.