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Sa Torreta

Una nave fea, el 'hovercraft'

En abril de 1967, una embarcación extravagante entró en el puerto de Palma. No era el buque fantasma wagneriano de El holandés errante

La embarcación pasa frente a la catedral. torrelló

En abril de 1967, una embarcación extravagante entró en el puerto de Palma. No era el buque fantasma wagneriano de El holandés errante. Ni siquiera el Perla negra que capitanea Jack Sparrow en sus andanzas piratas por el mar Caribe. Era una nave fea, que se sostenía sobre un gran neumáticos de goma oscura y que había alcanzado cierta fama gracias a la velocidad endiablada a la que cruzaba el Canal de la Mancha. Los británicos la llamaban hovercraft.

"¿Pájaro o pez?, ¿nave o aeronave? Veloz como una centella". Así comenzaba José María Barceló su crónica en Diario de Mallorca para referirse a la visita de este "vehículo que se desliza al lanzar un chorro de aire contra la superficie que se encuentra debajo", según la Wikipedia. Gracias a esta tecnología puede moverse sobre planos regulares, como llanuras, el agua, la nieve, arena o hielo, sin estar en contacto con ellos.

Su imagen más conocida los sitúa atravesando el Canal de la Mancha, hasta que el túnel acabó con ellos, y saliendo del agua sobre un plano inclinado para facilitar el descenso de los pasajeros.

El que hizo una demostración en Palma, de fabricación británica, voló a 111 kilómetros por hora sobre un mar en calma (sesenta nudo en términos marineros) una velocidad que ninguna otra nave era capaz de alcanzar. El cronista se felicitaba también porque "el molesto golpear de la quilla sobre el agua es prácticamente inexistente en el hovercraft".

La prueba resultó estéril. Ni los hovercraft ni otros intentos de conjugar alta velocidad sobre el mar, como los hidroalas, cuajaron en aguas de Balears. Presentaban dos problemas: una escasa capacidad que reducía la posibilidad de rentabilizarlos y las continuas cancelaciones en cuanto el mar se movía un poco más de lo que podían resistir.

Hubo que esperar a los grandes catamaranes de la Trasmediterránea para conjugar velocidad y capacidad. Aun así, la punta máxima no superaba los 47 nudos, frente a los 60 del hovercraft. Eso sí, la visita a Palma de hace medio siglo generó una gran expectación entre los mallorquines.

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