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Sa Torreta

Cuando todo era grande en el cine

De los bailes de carnaval a Vincent Van Gogh. Del ´loco del pelo rojo´ a las películas clasificadas de arte y ensayo, donde algunos...

La Protectora se convirtió en cine Jaime III en 1967. Miquel Massutí

De los bailes de carnaval a Vincent Van Gogh. Del ´loco del pelo rojo´ a las películas clasificadas de arte y ensayo, donde algunos buscaban el cine de autor y otros se limitaban a aprovechar los resquicios de la censura. De las películas sesudas al squash sudoroso. De la pala de carbono al cierre. De las puertas y ventanas tapiadas a la decadencia.

Hace medio siglo que el antiguo salón de actos de La Protectora se convirtió en el cine Jaime III. No era la primera vez que se proyectaban films en la gran sala de baile. La sociedad de asistencia mutua fundada en 1869 había perdido buena parte de su sentido. La Seguridad Social cubría las necesidades que antes estaban en manos de la solidaridad entre socios. La Protectora buscaba nuevas funciones para el espléndido edificio de Gaspar Bennàzar. El cine era una salida lógica.

Cada año abrían nuevas salas. El cine era el gran entretenimiento de la época. Las masas llenaban los aforos para visualizar películas que, en ocasiones, llevaban años circulando por el mundo. Las miles de copias en celuloide (hoy discos duros que se insertan en el proyector) para un estreno mundial simultáneo eran ciencia ficción.

El empresario era Miquel Alomar. El Jaime III, convenientemente bendecido por el cura, tenía una gran capacidad. Unos 550 espectadores se acomodaban en el patio de butacas. Otros 200 tenían que conformarse con el gallinero. Hoy es tiempo de minisalas y de pantallas diminutas. La del nuevo cine tenía 98 metros cuadrados. Era el 21 de marzo de 1967.

El cine Jaime III duró veinte años. Según cuentan Verònica y Tomeu Fiol en El cinemes de Palma, John Ford fue el encargado de echar el cierre con el clásico La diligencia, estrenada medio siglo antes. Los indios acosaban al séptimo arte. Los televisores se veían en color, las películas copaban la programación. El fútbol y las series estaban al acecho. El Chaplin había estrenado las minisalas, que luego se convirtieron en plaga. El Jaime III cerró. Después vinieron otras muchas clausuras... Y las que vendrán, para desgracia de amantes del cine en sala oscura y pantalla envolvente.

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