Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a palma

La vida como adoquín

No hay cosa menos considerada que el suelo de la calle. El adoquín de piedra desgastado, sucio, con todo tipo de depósitos en los intersticios. El mismo que pisamos cada día. Por donde ruedan los coches. Donde hacen pis los perros, la gente escupe, lanza colillas...

¿Pero y si el adoquín tuviera memoria?

Muchas veces, transitando por algunos rincones de la vieja Palma, por esos lugares por donde parece no haber pasado el tiempo, me he parado a mirar el pavimento. Como todos los objetos, tiene una vida propia. Su vida de cosa. Pero con un condicionante muy especial: ha visto mucha historia.

Eso adoquín silencioso y maltratado puede haber permanecido allí desde hace siglos. Es el caso, por ejemplo, de algunos callejones góticos que han quedado dentro de recintos conventuales. Residuos fósiles de otros tiempos. Dormidos en el pasado.

Cuando los pisas, en realidad es como si estuvieses superponiendo tu pie sobre muchos, centenares o miles. "Ciutadans" de otros tiempos. Tal vez nobles, monjas, ladrones, militares, artesanos, mendigos, marineros... Miles de historias de otra ciudad y otro tiempo pero que están ahí: en ese pequeño adoquín humilde y silencioso.

Entonces, intentas pensar cómo contempla la vida el adoquín. Desde el suelo, inmóvil, habrá visto desfilar multitud de personajes. Para él, nosotros seremos apenas un "flash", una imagen fugitiva. Confundida en la sucesión de palmesanos de todos los tiempos a los que ha conocido.

Nosotros nos creemos únicos. Pero para el adoquín, seremos apenas un avatar sin interés. Una fruslería. Ensimismado en su sueño de piedra tallada, no despertaremos su interés. Tantas cosas diversas y tan interesantes como ha contemplado.

Al final, la vida del adoquín tendrá mucho más valor del que pensamos. Si pudiésemos comunicarnos con él, nos dejaría anonadados. Así es la oculta filosofía de la vida. Muchas veces lo más importante está en lo más sencillo.

Como ese adoquín que pisamos con desprecio.

Compartir el artículo

stats