La Rua de Palma es un asunto de los pequeños, porque son mayormente ellos los que se ponen el antifaz. Con todo, el Carnaval sigue siendo una fiesta que pone la máscara a la ciudad.

Este año, con un itinerario más corto debido a la coincidencia de escenarios con el festejo adelantado del Dia de les Illes Balears, registró una participación similar al pasado. Desde Cort opinan que "muchos han optado por irse al Carnaval de s'Arenal", celebrado el sábado, pero lo cierto es que en Palma, entre las 32 comparsas y 14 carrozas inscritas, hay repetidores como El valle de las mariposas, ganadora en comparsa y carroza en s'Arenal, y que ayer quisieron volver a ser los elegidos.

Desde Barón de Pinopar, como punto de encuentro, se fueron colocando en la línea de salida. Entre los más puntuales, els Mussols de s'Escorxador, animados por María Luisa Guerra. Frente al instituto, la Valeria Marcevides, de 9 años, se dejaba retratar. Había sido elegida reina infantil de la comparsa Canvas Vagos, de Santa Cruz, Bolivia. Iban a competir dando lo mejor de sí en el baile takirari. Así lo apuntó su presidente Mijail González. Bolivia es un país con un patrimonio de Carnaval reconocido por la Unesco. Palabras mayores.

Sin aliento, volvieron a echarse a la calle con sus niños a cuestas, bueno, en la mochila, la comparsa del grupo Bailando con mamá, creado por Ivonne Alejandro. "Somos mamis y bailando con nuestros pequeños en la mochila lo pasamos bien, estamos con ellos, y hacemos un ejercicio increíble", indicó Sole Juárez. Su hijo Luca pesa 10 kilos. Lleva siendo bailado por mamá desde sus seis semanas de vida. De nuevo en la Rua, les acompañó la abuela Peque.

Probablemente, el alevín de la Rua fue el bebé Asier de 7 días. Formó parte d de la comparsa de la Escoleta Els Dofins de El Vivero. Él y su padre no iban disfrazados peor sí "la madre y su hermano Eneko López", contó el patriarca Alberto.

Las comparsas y carrozas iban tomando posiciones mientras desde la calle se les esperaba. "¡Ya vienen!", contestaba una madre a su impaciente hijo. Ni que fueran los Reyes. Lo cierto es que la Rua en Palma se vive tibiamente. "Los mallorquines somos muy inexpresivos", decía Magdalena Mas, Patricia Verger y Francisca Alcalde", disfrazadas de animadoras y situadas en el mismo lugar que cada Rua, al pie de las escaleras de la plaza Major. "Luego subimos a hacer un show", reían. Con ellas, su afirmación se contradecía.

El ánimo no faltó en Anie Alcaraz, su madre Ana Aguiló y sus dos amigas de sa Indioteria, Juana Bustos y Marina López. Se calaron una peluca de colores chillones. "¡Para que nos filme la tele!".

La cámara bailó a ritmo de swing con el grupo del Tandem Club. Entre el público, algún extranjero, se marcó unos pasos al compás de una música que te convierte en un ser elástico. Ya lo decía su lema pegado al coche carroza: Keep Calm and Lindy Hop.

Iban desfilando Peter Pan, los flamencos de Canicas, el Circ Sense Animals, los del Gin Xoriguer, en solitario Jorge Valera y su hija Lua, de Súper mujeres, un homenaje "a las mujeres que sufren maltrato", y algunos de los usuarios del centro de Personas con Discapacidad que iban acompañados de la batukada Embruixats. El jurado tomaba nota para decidir quién se llevaría la palma. Fue difícil reconocer a la regidora Aurora Jardhi, disfrazada de Frida Kahlo. A su lado, Eva Frade, caracterizada de Mary Poppins.

Cerró el desfile de un Carnaval que sabe más a Rueta que a Rua, los bolivianos de Santa Cruz. Palma se quitó el antifaz antes de la medianoche, para volver a ser Cenicienta.