El torrent dels Jueus marca el límite entre dos municipios, Palma y s'Arenal que ayer convivieron gracias al triunfo de la carne: el Carnaval. El de s'Arenal, además de ser uno de los más veteranos de la isla -cuenta con cuatro décadas de vida-, celebró la recuperación del topónimo histórico frente al nombre turístico que le llamó durante décadas, Playa de Palma. Sin embargo, debería llamarse el Carnaval de Babel porque si a algo responde este paseo de disfraces al lado del mar es a la profusión de culturas.

Chicas del Magreb disfrazadas de pálidas princesas, niños chinos marcándose una cumbia que salía de una de las carrozas disfrazada del ben nostro Gin Xoriguer, unos senegaleses distanciados de una fiesta que no entienden y así un suma y sigue. La misma banda municipal de Llucmajor, disfrazada a su manera, entonaba pasodobles al redoble que impartía un latinoamericano. Babel disfrazado en s'Arenal.

Se felicitaba Miquel Serra, regidor de s'Arenal, del aumento de participación, sobre todo en las comparsas, que de las 10 del pasado año, pasaron ayer a 16. El desfile se completaba con siete carrozas y seis disfraces individuales. Después, en las veredas del paseo al lado del mar hasta alcanzar la plaza de les Meravelles, uno se encontraba con algunos, pocos, disfrazados. Pilar Negreiro, vecina de s'Arenal, y habitual de colocarse máscaras, ayer "no sé porqué" salió de ella. Solo disfrazó a su perra Diana, a la que le colocó una flor con cara. "Es su primer carnaval, y va loca con los caramelos", contaba a voz en grito. Las charangas calentaban ánimos.

Las comparsas iban desfilando ante un paisaje de edificios llenos de carteles, apartamentos en venta o en alquiler, aplaudidas por algunos turistas como los que desde el bar del Sol no perdían detalle desde su palco. Otros, sorbían sus birras desde el murete de la playa, el que usan los amigos de la calle de la cerveza.

Había ganas en esta Babel playera. Lo demostró, un año más, el grupo de El valle de las mariposas de La Soledat, un habitual y siempre ganador de los carnavales. Hoy repetirán en sa Rua de Palma.

"Llevamos preparándolo desde noviembre. Todo es manual. Llevamos quince años saliendo. Aquí hay desde abuelos como mi padre, Andrés Vilches, que conduce el camión, a su nieta y mi sobrina, Mariona Vera, de 5", cuenta Cristina Vilches. El esmero del disfraz, del maquillaje y de la coreografía sobresalían en un Carnaval sentido.

En petit comité, Javi Cortés, ultimaba el arreglo del Ala X de Star Wars, hecha con un carrito de supermercado. Le ayudaba a no perder los cartones su cuñado Carlos Martínez. Javi Cortés, el benjamín, voló en el artilugio.

También en solitario, los Xeremiers des Prat disfrazados de Es lloga Crítica y Es lloga Social. "Lo criticamos todo. Todo merece ser criticado", señalaban con la cara tapada, el tamborer y el xeremier de s'Arenal y Sant Jordi.

Diversión y otros motivos incentivaron a otras comparsas a salir a la calle como los Dimonis de s'Arenal, que aprovechaban el eco para darse a conocer. "Queremos que sepan que también hacemos correfocs; hacernos más grandes", indicó Raquel Mojer. O el grupo Rebombori matajonquer, que festejaban disfrazados de pastel de aniversario los 40 años de la Escuela Mata de Jonc de Palma. Y desde la emoción y la normalidad, la comparsa Un mar de posibilidades, de la residencia de menores con Discapacidad Física Son Güells. La trabajadora social Ana Gallego es una de las que animó a salir a unos disfrazados en silla de ruedas o con lesiones, pero con ganas de ser uno más en este Babel de disfraz.