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Sa Torreta

La ciudad de los paseos perdidos

El Moll de la Riba quedó sentenciado hace medio siglo.

Un paseo requiere andantes por distracción o ejercicio, si nos atenemos a la definición de la Real Academia de La Lengua Española. Palma es ciudad de paseos perdidos y, por supuesto, ganados. De paseos y pasos que se han esfumado o nacido, porque no hay paseo sin pasos ni viceversa.

El más célebre de los desaparecidos es el de la Riba. Hace medio siglo se aprobó la supresión de la Riba Alta para ampliar las instalaciones portuarias. El pleno que aprobó la demolición no le dedicó "ningún recuerdo ni adiós sentimental" a un lugar "tan entrañado en la vieja historia de la ciudad", escribió Tomeu Suau en Diario de Mallorca. Matas y Calatrava quisieron convertirlo en centro comercial y teatro-flor de la ópera. El sueño faraónico se estrelló en las urnas. El camino para paseantes estaba encima del dique del Moll Vell. Se llenaba de palmesanos en las tardes veraniegas y los domingos soleados de cualquier estación del año, las caminatas permitían cotillear el trasiego de viajeros en los barcos y terminaban consumiendo un helado en el kiosco próximo al faro.

En el Born se anduvo mucho, ahora no tanto. "Toda esta sociedad distinguida de Palma, decorativa, espectacular, evocadora de los viejos figurines de París, circulaba delante de mí, dando vueltas y vueltas por el Born, como en una gran parada", escribió Mario Verdaguer. Hoy allí se sientan los extranjeros. Los mallorquines solo caminan de paso hacia otro lugar.

El Marítimo sí es paseo de distracción o ejercicio, pero no Marítimo. El caminar discurre entre camarotes de embarcaciones y camarotes de hoteles y edificios. El mar apenas se intuye.

Quizás por eso, los palmesanos se han buscado nuevos paseos. El del Molinar. O el de Dalt Murada. Ambos ofrecen mar. Los dos se enmarcan aún en una ciudad de dimensión humana, en la que el hombre no se siente abrumado por los edificios grandiosos ni por el tráfico apabullante y ruidoso. Los viejos paseos han muerto o están enfermos. Los nuevos acogen cada día los pasos de un mayor número de paseantes.

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