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Mujeres de hoy

Wifen Wang Liu (Sandra): "Me cuesta más abrir mi corazón a un chino que a un español"

"El cambio en mi país es más visible en las mujeres; ya no se conforman con quedarse en casa"

Wifen Wang Liu es la propietaria del restaurante Made in China. gUILLEM bOSCH

Si viviésemos en Hollywood, alguien se habría planteado llevar al cine la vida de Wifen Wang Liu, en Palma más conocido por Sandra, un homenaje a la actriz Sandra Bullock, y propietaria del restaurante Made in China. Ella es la mayor de cinco hermanos, cuatro mujeres y al final, el "deseado varón". En el pueblo del que son oriundos, Zhejiang, "éramos alguien, pero mis padres querían algo mejor así que mi padre vino a buscar trabajo a Madrid. Luego llegamos mis dos hermanas pequeñas y yo en 1987. Los primeros años fueron durísimos. Dormíamos hacinados con otras cinco familias. Nunca le perdoné a mi padre que me hiciera dormir en un colchón recogido en un cubo de basura. Creo que perdí la adolescencia en el avión que me trajo a España. Ahora no volvería a vivir en mi país", asegura Sandra.

Trabaja a destajo, de lunes a domingo y solo descansa los lunes por la noche. "Sí, trabajar como un chino es un dicho cierto", indica con una sonrisa de máscara budista, religión que ella no practica. "Me gusta más el cristianismo, porque tiene más luz", cree.

-¿Cómo la llamo Sandra o Weifen? ¿Es la misma persona?

-Para mí soy la misma persona, pero aquí me llaman Sandra, solo que Palma me hace volver a mi origen porque cada vez me piden que vuelva a mi nombre original.

-Su restaurante se llama Made in China pero no veo por ningún lado el rojo ni dragones.

-Soy una china rara. (Risas). A mí me gusta mucho la decoración colonial antigua de mi país, es muy elegante. El rojo les gusta porque les recuerda al Palacio Imperial y porque es el color de la suerte; yo solo lo uso para algún detalle, flores , por ejemplo. No me gustan los dorados, por eso no verás dragones, que suelen ser de ese tono. Soy más zen.

-Aquella adolescente que dormía en un colchón de la basura a la propietaria de un local de éxito. ¿El milagro chino?

-Hasta llegar aquí he trabajado mucho, y sigo haciéndolo. Llegué a un lugar desconocido, con una lengua extraña que fui aprendiendo con la ayuda de un casete que escuchaba cada día, al acabar de trabajar, agotada tras salir del restaurante Primavera en la Puerta del Sol. Con 28 años, saqué adelante a mi familia. Acabé trabajando en un restaurante en Pozuelo, el Oriente Exprés, donde todo iba muy bien. Hasta que decidí que quería probar suerte en Palma. Abrir mi propio negocio. Y aquí estoy, trabajando de lunes a domingo, sin apenas vacaciones.

-¿Ni un día de descanso?

-Solo los lunes por la noche. Sí, el dicho trabajar como un chino es cierto, pero ya me he dado este año de plazo. ¡Necesito vivir, porque no dejé Madrid para seguir haciendo lo mismo! Voy a coger vacaciones, del 26 de febrero al 1 de marzo, y en agosto, 20 días.

-¿No se beneficiará del ya anunciado boom de este próximo verano?

-No necesito a los turistas, mi clientela es local y nacional.

-Todos sus empleados son chinos. ¿Por qué?

-Son más trabajadores, y están bien pagados. Todos están asegurados y con sus papeles en regla.

-Nadie conoce a los chinos. Su proverbial hermetismo es barrera, ¿o cree que a los mallorquines tampoco les interesa tener contacto con la comunidad de su país? ¿Cree posible la integración?

-Debo decir que los mallorquines, al menos por mi experiencia, son más respetuosos que los madrileños. Me miran y se admiran de que una mujer lleve adelante este trabajo sin desfallecer. Debo decir que el trato es muy amable pero amigos de verdad tengo pocos; ¡claro que tampoco tengo mucho tiempo libre! Algunos de mis clientes me invitan a sus casas, con su familias, y se lo agradezco mucho. En cuanto a la integración la veo difícil. Creo que a los chinos les da mucha vergüenza aprender idiomas, les cuesta mucho. Nuestra cultura nos ha hecho muy cerrados. Solo se irán abriendo los chinos que nazcan aquí porque al hablar las lenguas del lugar donde viven se pueden relacionar. Ellos serán los que propiciarán el cambio.

"En el restaurante todos los empleados que tengo son chinos porque son más trabajadores; todos están asegurados y con sus papeles en regla"

-¿Usted tiene relaciones con la comunidad china en Palma, en Mallorca?

-Tengo algunos amigos pero debo reconocer que con ellos no me expreso tanto. Me cuesta más abrí mi corazón a un compatriota que a un español. Creo que me he occidentalizado un poco. Cuando voy a China me siento una extraña. Incluso ahora ¡ya entiendo vuestros chistes!

-¿Cuándo fue la última vez que estuvo en China?

-Hace dos años cuando fui a despedirme de mi abuela. Ella me ha marcado más que mi madre. Era una mujer de campo, sencilla, muy valiente y a la vez muy actual. Es increíble cuando pienso que ella fue la única persona que me apoyó cuando me divorcié, y que después, me diría: 'no te vuelvas a casar, no tengas hijos, ya los has tenido; si un hombre te quiere, no es necesario casarse con él'. ¿Puedes creerlo? Ella, una mujer de un pueblo remoto de China, con 82 años... "Disfruta tu vida", fue lo último que me dijo.

-Ha comentado que al divorciarse, su abuela fue la única que le apoyó. ¿En qué sentido?

-El divorcio en China está muy mal visto. En 1999 cuando yo lo hice fui una de las primeras. Vivía en España pero la comunidad china me miraron con muy malos ojos, mis padres se sintieron muy avergonzados y mi mejor amiga sentía vergüenza de salir conmigo. Hoy ha cambiado, afortunadamente.

-Políticamente su país deja mucho que desear...

-No soy política, pero creo que mi país está cambiando mucho y son sobre todo las mujeres las que lo están propiciando. Muchas de ellas ya no se conforman con quedarse en casa, cuidarse de los hijos. Cada vez hay más mujeres independientes, con su trabajo que desafían la tradición.

-Si pero en su restaurante no hay ninguna.

-He puesto anuncios de mujeres y ninguna ha querido. Es una cultura, las chinas de Palma muchas no trabajan, prefieren quedarse a cuidar a sus hijos.

-O sea, las liberadas son en China y aquí, siguen la tradición. Paradójico. Hablemos de comida, ¿la china es la mejor del mundo?

-No lo diría así. Para mí la española y la china están entre las mejores porque con poco sacan platos muy ricos. Solo nos queda aprender a vender como los italianos, y nos convertiremos en los mejores del mundo.

-En Made in China no hay dragones, ni farolillos rojos y dorados. ¿Cómo es la comida?

-Aquí servimos cocina del sur de China. Debo reconocer que gracias al restaurante, pese a ser una china rara, mantengo cierta conexión con mi cultura, con mi país.

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