Los chinos no temen al frío. Ni al agua. Mientras las intensas lluvias derribaban meses largos de trabajo y se iban suspendiendo actividades de festejo del santo de la ciudad, la comunidad china se mantenía incólume: "Tienen muchas ganas de celebrar su pasacalles, y salvo que se hunda el mundo, saldrán", decían elogiosamente desde Cort. No se hundió y Sant Sebastià se despidió en Chinatown. Un santo internacional.

La Asociación China de les Illes Balears (Achinib) adelantó la entrada del Año Chino en un gesto de hermandad con la ciudad que les acoge y para ello decidió celebrar un pasacalles que saldría del barrio más oriental de Palma, el de Pere Garau, para encontrarse con el drac de na Coca en la plaza Major.

En la esquina de la plaza Pere Garau, bajo el techado del mercado, centenares de personas iniciaban la apertura de sus paraguas. La tregua de la lluvia no respetó la decisión china. No importó. Puntuales como suizos, a las 17.30 salieron los portadores del dragón Lóng y del león Shi Zi. Los 15 metros de cola amarilla eran una luciérnaga en un paisaje de acero y bruma más propio de las películas del coreano Wong Kar-Wai.

Tras los animales milenarios, las mujeres que iban a realizar el baile de damas. Entre ellas, la mallorquina Eulàlia Fons, ataviada con el tradicional vestido de seda roja. Estudiante de chino en la Escuela Oficial de Idiomas, es una entusiasta de su lengua "porque es tan diferente que te permite entrar en una estructura mental diversa a la tuya". Viajera empedernida, desmiente que "los chinos sean cerrados, quizá como los mallorquines, que no se puede decir que seamos muy abiertos, precisamente", ironizaba.

Paciencia

Un poco de caos se produjo en la plaza de García Orell ante la que los conductores tuvieron que tener paciencia de chino para ver cómo desfilaban ante sus ojos personas de una comunidad a quienes solo ven tras los escaparates de los comercios que les sacan de apuros, aquellos locales herederos del todo a cien.

A tiempo de encontrarse con su colega, el drac de na Coca, Lóng y Shi Zi alcanzaron la plaza Major con una comitiva risueña que inmortalizó el baile de culturas en centenares de instantáneas subidas en un segundo a instagram.

Otro guiño a la internacionalidad surgió desde Cort. La comitiva mallorquina se hizo acompañar, de hecho la precedió, a ritmo de batukada, por Saravá. La remataban un par de payesas que no dudaron en mover el rebosillo con el repiqueteo de tambores brasileros. Un santo multicultural.

De mezcla habló el concejal de Movilidad, Joan Lluís Ferrer, que declaró "estar encantado" con que se produzcan actividades de comunidades distintas. "Me gusta la mezcla", señaló. Recordó cómo desde Cort se apoyó una iniciativa de baile de mujeres de distintos países celebrada recientemente.

No muy lejos, confundido entre la multitud que se concentró en la plaza Major, estaba el alcalde José Hila. No perdió detalle y registró con su teléfono móvil este adiós de Sant Sebastià en Chinatown.

Laura Kao y su madre Mari Carmen Ramírez celebraban el encuentro. Ella es hija de chino, aunque nacida en Palma. "Mis padres se conocieron en la plaza Gomila 40 años atrás". La madre, viuda, sonrió. El recuerdo del padre está en la hija mallorquina y china.