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Palma a Palma

Puente de autopista

Puente de autopista

A veces hay que buscar ejercicios metafóricos para entender las cosas. Incluso las más elementales. Por ejemplo, ese transcurrir de las cosas y de la vida que siempre te pasa inadvertido. Te parece que estás permanentemente en un mismo sitio. Que nada cambia. Y vives un mismo día una y otra vez. Sin embargo, a tu alrededor no hay nada inmóvil. Todo se transforma aunque te cueste aceptarlo.

Quien desee hacerse cargo de una forma bien gráfica de esta verdad, lo tiene fácil. Basta con acercarse a la Vía de Cintura. Escoger uno de esos puentes metálicos que la cruzan, para permitir el paso de los peatones. Y subirse a él.

Cuando uno se coloca en el centro de esas pasarelas, el espectáculo resulta atronador. Es como contemplar un río turbulento, que pasa y se agita bajo tus pies. Un incesante "panta rei" o "todo fluye" de Heráclito. Un coche, otro, una moto, un camión, otro coche.

De repente comprendes la gran diferencia de percepción que tienes en ese momento con relación a los conductores. Para ellos, ese transcurrir resulta algo estable. Tranquilo y controlado. Casi, casi inmóvil. Porque parece que lo que se mueve es el paisaje y no ellos. Hablan, escuchan música. La circulación para ellos es un ballet tranquilo, apacible, casi armónico.

En cambio, desde el puente de la autopista la impresión que se advierte es absolutamente distinta. La sensación de caos y peligro es elevada. Los coches hacen eses, se adelantan, realizan maniobras falsas. Son ruidosos y letales. Porque adivinas el peso de toda esa masa metálica lanzado a gran velocidad. Te parece que en cualquier momento se puede producir una catástrofe. Mientras que el conductor va relajado mirando por la ventanilla, como si no pasase nada.

Esa es la gran diferencia que marcan los puntos de vista. Lo mismo ocurre con la historia. Estamos acostumbrados a nuestra visión de marcha, y nos parece que todo es asumible, natural y sin excesivo relieve. La cotidianeidad rebaja los relieves. Pero a la que te colocas en un observatorio, fuera del flujo, adviertes las sombras y las amenazas del período que te ha tocado vivir. Los camiones suicidas y las motos asesinas. Da respeto y miedo.

A veces habría que subir a esos observatorios para darse cuenta de lo que realmente está pasando.

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