Al fuego, agua. A las llamas que encendieron los foguerons la jornada previa, le siguió agua nieve al santo. Con todo hubo tregua y los animales fueron bendecidos por sant Antoni. La historia le ha hecho protector de la ganadería porque se cuenta que entre los animales y las plantas encontró la paz. Perros, gatos, ratones, tortugas, incluso un cordero lechal convirtieron el centro de Palma en un arca de Noé. Las beneïdes fueron menos concurridas que otros años. El frío tuvo la culpa.

A paso ágil se acercó Pilar Barceló con su terranova Hobbo, que significa vagabundo, y que viven juntos desde hace tres años. "Lo traje desde el principio porque me gusta ver animales. De hecho, tengo dos chihuahuas", contó.

Muy cerca de ella, entre las primeras que se acercaron a la explanada de la Catedral, Dagmar Kestling y su marido Manfred. La pareja alemana pasa parte del año en Santa Ponça, y pese a llevar 16 años alternando su vida entre la isla y Alemania, no habían asistido a ninguna bendición de mascotas. La suya es Aramis, que al menor descuido se te abalanzaba para darte un lametón.

Los cruceristas que iban a ver piedras bendecidas se toparon con los amigos de los animales más madrugadores que vieron como el atisbo de agua nieve quedaba reducido a un intento.

La procesión salió a su hora. Precedida la comitiva por el tamborils de la sala y por la banda municipal alcanzaron Cort a zancadas. El ritmo de las bendiciones no dio respiro.

Carlos Luna iba con su hija Carla, de 6 años, y la "perrita Flor", de 1 año. "Es el estreno, y la hemos dejado que la bendiga", señalaba el padre. La hija replicaba: "No he ido al cole porque me he dormido; ¡hace frío!", pero lo cierto es que "quiero que nos bendigan a ella y a mí", aclaró la pequeña. Flor, un ejemplar de jack russel, se enredaba entre las piernas.

La oveja Estrellita

El nombre le hizo justicia. La oveja Estrellita fue la diana de las cámaras. Rechazada por la madre, el payés la apartó y ahora vive con Daniela Soledad Díaz, de la Peluquería Mascotas.

Tan peculiar mascota iba enfundada con un pijama de corazones rosas y pañal. "Se hace pis", contaba como quien habla de un bebé. Hilaba la historia antes de que aparecería el párroco de Sant Miquel, Antonio Gómez, a bendecir a cuanto bicho se le puso por delante.

"Ahora buscamos una casa de campo porque no podemos vivir en un piso con Estrellita; además ya vivo con tres perros", contó Daniela.

Los críos del colegio de Son Canals, uno de los pocos centros educativos que desafiaron los fríos, no paraban de vitorear a la oveja, aunque en realidad aguardaban ser testigos del momento en que las tortugas de su compañero salvador Maldonado y de Álex Jiménez, iban a recibir el agua del hisopo del sacerdote. La profesora Cristina Marcos ponía orden en los críos. "Venimos cada años", contaban las alumnas Ariana Camacho y Ariana Quiñones.

El alcalde José Hila, que no tiene animales de compañía, saludó a los policías montados en los caballos Buscat, Airoso, Latino y Roig. La Guardia Civil también buscó la bendición para dos de sus canes.

"Cuanto más conozco a las personas, más me gustan los animales", apuntó Lola Marín, agarrada a Amor, un bulldog mezclado "con un padre que ni se sabe", y que celebraba estrenarse en Sant Antoni. "Son muy nobles". Los animales.