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Sa Torreta

´Panades´ y ´Cocarrois´ contra ´fish and chips´

Si hay algo que un paladar corriente no puede soportar es alimentarse a base de sandwiches en Londres. Es más, pese a los esfuerzos de...

La ´llagosta´ del Bosch es patrimonio gastronómico universal.

Si hay algo que un paladar corriente no puede soportar es alimentarse a base de sandwiches en Londres. Es más, pese a los esfuerzos de Jamie Oliver por demostrar lo contrario, no lamentaremos el British Cooking Exit. Un tentempié en Fleet Street o a orillas del Támesis resulta insípido, repetitivo y poco original.

Nada que ver con un variat en la taberna la Rambla con sus exquisitos rebozados y su albóndiga de pulpo. A una distancia sideral de las llagostes de tortilla, jamón o queso envueltas en crujiente llonguet del Bosch. Lo de Inglaterra es una porquería en comparación con los pastelons de berenjena y manzana del Fornet de la Soca. Y todo eso sin remontarnos a la prehistoria, a Can Brutes -al menos así lo llamábamos los estudiantes de los años 70- de la calle Oms, en donde los bocadillos de calamar o pica pica eran una religión.

Una creciente amenaza se cierne sobre el buen comer. Un plan que en materia de alimentación callejera pretende que seamos nosotros quienes ingresemos en el Reino Unido y no los británicos los que abandonen la Unión Europea.

No se trata de llorar que Can Macdonalds, en feliz expresión de Andreu Manresa, se apoderara de Can Tomeu, donde, según Josep Pla, se cocinaban las mejores faves tendres. El problema creciente radica en que las franquicias toman posiciones en lugares estratégicos de Palma. Burguer King o Kentucky Fried Chiken se aposentaron en la plaza de España. Más que Menos -o viceversa-, también. Churrerías contra ensaimaderías. Kebabs o donners, o cómo se llamen, contra panades y cocarrois. Chorizos y morcillas contra sobrassades y botifarrons...

Llevamos años cediendo. Lo hemos hecho en aras a la convivencia o a la multiculturalidad, aunque lo más probable es que se tratara de dejadez o esnobismo. Ha llegado el momento de fijar límites o, por usar palabras de moda, marcar una línea roja. Bajo ningún concepto hay que permitir que Theresa May imponga, como parte de la negociación del brexit, la libre circulación de los fish and chips en las calles de Palma.

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