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Palma a Palma

Movilizados

Movilizados

Ya se sabe que los pueblos meridionales somos dados a la indisciplina y la improvisación. En los países nórdicos, la gente se toma las normas muy a pecho. Y no sólo las cumplen a rajatabla, sino que si ven a alguien que se las salta van y se lo recriminan severamente.

Por eso resulta sorprendente la diversidad de reacciones que observas por la calle con respecto a diferentes normativas. Por ejemplo, no deja de ser notable el hecho de que la prohibición de fumar en el interior de los locales se respete bastante al pie de la letra. Ves a mucha gente fumando en las terrazas, de pie en la puerta. Y muy pocos inflingen la ley de forma abierta y descarada. En poco tiempo, los ciudadanos se han concienciado de que fumar es nocivo y lo han asumido. A pesar de nuestra natural tendencia a la acracia y el desorden.

Al otro extremo se encuentra la prohibición de emplear el móvil mientras conduces. Es una experiencia muy común circular por la carretera y encontrarte con que el coche de delante hace unas extrañas eses, como si el conductor fuera algo borracho. En el momento de adelantarlo, te das cuenta de que habla por el móvil.

Es curioso que mientras todo el mundo asume que fumar es malo para la salud, al menos en público, se ignoran los peligros de hablar conduciendo. Está clarísimo que llevar el móvil a la oreja mientras conduce supone un riesgo grande. Y de hecho muchos accidentes así lo han demostrado. Pero en este caso, la mayoría de la gente ignora olímpicamente ese factor riesgoso. Incumple la ley de forma descarada, a pesar de las multas y la retirada de puntos. Vuelve a los instintos antiguos de la indisciplina y la individualidad. ¿Por qué?

Mi tesis es que el móvil se ha insertado tanto en la vida cotidiana, que ya resulta mucho más difícil deshabituarse a él que al tabaco. Si te fijas, en la calle, en los pasos de cebra, en los autobuses, en los bares... Por todos sitios la gente no cesa de mirar el móvil. Se ha convertido en un apéndice corporal más. Y contra ello, parece que ni la ley ni los peligros surten efecto total.

Estamos "movilizados"

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