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Vandalismo

Gomila, harta del ruido

Los residentes han comenzado este mes a colgar pancartas y recoger firmas porque no soportan más los altercados que se producen los fines de semana de madrugada

Los carteles dejan claro que los residentes no quieren 'afters', botellón ni ruido en su barrio. b. ramon

Hace ahora un año, al alba del día de Navidad, una agresión en Gomila acabó en homicidio. Es el suceso reciente más grave que se ha producido en esta zona de discotecas y after hours (locales de ocio que abren al amanecer), aunque las peleas y desórdenes públicos como consecuencia del consumo masivo de alcohol los fines de semana son constantes en un tramo de la calle Joan Miró y su entorno. Desde hace más de una década ha habido ruido y descontrol, lo que ha provocado una paulatina degradación del barrio, pero este año el problema se ha agravado notablemente. Y los residentes se han hartado, por lo que durante este mes han comenzado a colgar pancartas en sus balcones y recoger firmas para pedir al Ayuntamiento que acabe con esta situación.

En una decena de carteles se puede leer 'No más ruido', 'No más afters', 'Basta ya', 'Hila ven a Gomila', 'Terreno limpio', 'Fora afters', 'Prou botellón i renou', 'No más botellón en nuestras calles', 'Ayuntamiento cumple tus promesas' y 'Policía actúa', sobre todo colgados en la calle Joan Miró. Junto a estas pancartas, también se ven varios letreros de 'Se vende', tal vez de vecinos que no soportan convivir con la conflictiva clientela de casi una veintena de establecimentos de ocio nocturno.

"Los gritos y altercados son continuos los viernes y sábados, las peleas también se producen con frecuencia y a veces llegan a ser multitudinarias, por lo que es un peligro estar por la calle", dice un afectado que ha denunciado el problema a través de las redes sociales. Añade que incluso es un peligro estar en tu propia casa, y no solo si está ubicada en Joan Miró, sino también en calles como Robert Graves, donde vive. Ejemplifica que una madrugada un grupo de jóvenes se dedicó a tirar botellas contra una vivienda vecina, por lo que el dueño los tuvo que ahuyentar mojándolos con una manguera. Apenas sin dormir, el denunciante tiene que salir de casa a las cinco para ir a trabajar y el panorama a esas horas es "desolador". "Una vez me agredieron e intentaron atacarme con una botella rota", cuenta. De este modo falleció la víctima del día de Navidad de 2015.

Hasta el hotel Meliá Victoria ha tenido que poner un vigilante de seguridad en la parte trasera para evitar cualquier problema si hay reyertas junto a los locales nocturnos situados enfrente, en la calle Joan Miró. Otro vecino que también prefiere permanecer en el anonimato y que vive justo encima de una discoteca detalla que "hay dos tipos de clientela, adolescentes españoles y adultos latinoamericanos. Ambos beben una barbaridad". Los primeros hacen botellón antes de entrar en los pubs destinados a ellos, por lo que el ruido en la calle empieza antes de medianoche. En cambio, los latinos consumen alcohol en las discotecas que frecuentan, por lo que suelen armar jaleo al salir de ellas, especifica. Las veces que les ha pedido que respeten el descanso de los residentes, ha provocado el efecto contrario e incluso ha recibido amenazas.

La norma antibotellón

Para la asociación de vecinos de El Terreno, la solución pasa por algo tan sencillo como hacer cumplir las normas. "Aprueban una ordenanza antibotellón y los políticos se hacen la foto con los letreros que han colocado por Gomila, pero luego no obligan a cumplirla", critica el presidente, Xavier Abraham. Pasa lo mismo con la normativa de horarios, que nadie controla si los locales cierran cuando toca, porque no hay policías de madrugada, tal como denuncia. "La situación está pasando de castaño oscuro y hemos pedido una entrevista con el alcalde, José Hila, aunque no hemos recibido ningún tipo de respuesta", lamenta.

La Policía Local ha levantado un centenar de actas durante este año en la calle Joan Miró por consumir bebidas alcohólicas fuera de los locales, consumir sustancias estupefacientes, ruido, altercados en la vía pública y otros problemas relacionados con la actividad nocturna.

Sin embargo, no es suficiente para los residentes. "Los afters continúan abiertos y los padres no pueden enviar a sus hijos a comprar el pan el domingo por la mañana porque hay borrachos deambulando por la calle".

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