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Sa Torreta

Las masas orantes del padre Peyton

Uno de los momentos cumbre de las décadas de nacional catolicismo en Palma sucedió...

Decenas de miles de personas rezan el rosario junto al instituto. TORRELLÓ

Uno de los momentos cumbre de las décadas de nacional catolicismo en Palma sucedió aquel 8 de diciembre de 1966. Unas 60.000 personas se reunieron en la explanada ubicada entre los institutos y el canódromo. En primera fila se sentaban el capitán general, el gobernador civil, el alcalde de Palma, los presidentes de la Diputación y de la Audiencia Territorial... una pléyade de autoridades acompañadas por sus respectivas familias. Sobre una inmensa tribuna estaban la banda del Gobierno Militar y la de la VI Flota de los EE UU. El maestro Felipe Moreno dirigió una masa coral que, entre otras piezas, interpretó el Aleluya de Haendel.

¿Qué congregó hace medio siglo a esta masa de gente? ¿Un concierto de rock? ¿Un gran triunfo deportivo? ¿Una manifestación de respaldo al Caudillo? Nada de eso: rezaban el rosario.

La multitud respondía a la llamada del padre Patrick Peyton. Era un sacerdote irlandés que a los 19 años había emigrado con su familia a los EE UU. Sufrió una grave enfermedad y prometió que, si se salvaba, dedicaría su vida a lograr que diez millones de familias rezaran a diario a la Virgen María. Fundó la Cruzada del Rosario en Familia y viajó por todo el mundo para cumplir su promesa. Las fotografías que Torrelló le hizo en 1966 muestran a un hombre alto y rubio, cargado de una gran energía.

Energía que, en coincidencia con una era en la que el poder había pactado con el catolicismo una sociedad de socorros mutuos, le permitió unir a la masa de mallorquines dispuestos a rezar el rosario. Cada uno de los cinco misterios fueron dirigidos por el alcalde palmesano Máximo Alomar, por un campesino de sa Pobla llamado Antonio Gost, por el médico Abel Lizarbe, por un "obrero de GESA" y por el campeón mundial de ciclismo en pista Guillem Timoner. La prensa resaltó que una de las partes del rezo se hizo en mallorquín.

El canónigo Bruno Morey, fallecido hace unas meses, pronunció una arenga que resultó tanto o más ardorosa que la de Peyton. Definió al sacerdote irlandés como un "loco de la oración". ¿Cuánto de exacto había en la frase?

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