Atrás quedan las pancartas y los gritos contra la peatonalización de la calle Oms. Un cuarto de siglo después, todo se ve distinto. Todo son elogios ahora a la transformación de la arteria que une la plaza de España con la Rambla. Los comerciantes, algunos de los que en su momento se opusieron al proyecto que propició en 1990 el ayuntamiento socialista aunque acabó cortando la cinta el del popular Joan Fageda, un año después, festejaron el aniversario. A él se sumaron, el concejal del PP, Nicolau Tous, y Fageda.

Desde el bar España, el negocio más antiguo de la calle, se preparaba la merienda, las empanadas y bebidas. Mateu Martorell, su propietario, recordaba que "yo siempre estuve de acuerdo, porque había visto en otras ciudades como Vigo y Barcelona que las calles sin coches funcionaban para el comercio", señaló.

En Óptica Lux, abierto en 1945 y aún en mano de la familia Sallés, aprecian el cambio de la vía. "Todo lo nuevo asusta, pero éramos partidarios. Recuerdo, es cierto, que los que regentaban los comercios no eran partidarios, les daba miedo que prohibir el paso de coches les hiciera perder clientes", indica. Abunda Martorell, "temían tener problemas con la distribución de las mercancías".

El proyecto fue aprobado en 1990 cuando el Ayuntamiento era socialista. Sin embargo, serían los del PP los que acabarían gestionando unas obras muy cuestionadas por los vecinos y, sobre todo, el sector comercial.

"Las obras duraron tres meses. El día de sant Tomás se inauguró. Fue una obra complicada; se trabajó de noche y de día", contó ayer el regidor responsable, veinticinco años atrás, Nicolau Tous.

De los más de medio centenar de negocios que hay en una de las calles más comerciales de la ciudad, aún perviven algunos que fueron testigos en primera línea de la liquidación del tráfico, en una de las primeras vías que optó por dar prioridad al peatón frente al coche.

"Las copisterías repartían papeletas en las que se leía ¡No a la peatonalización!'; hoy estamos muy contentos", reiteró Mateu Martorell, de Can Vinagre, alias del bar España.

Con mirada oblicua, ajena a la pequeña fiesta en el ecuador de la calle, los comerciantes chinos seguían en sus asuntos. Hoy comparten las aceras comerciales de una calle que fue bandera de un cambio de fisonomía en Palma muy profundo. Hubo un ensayo que acabó siendo definitivo. Las obras costaron cien millones de pesetas. Se sustituyeron conducciones de gas, de electricidad, telefónicas y las de Emaya.