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Palma a la vista

Una ciudad con pocas mujeres

Una ciudad con pocas mujeres En el portal de la asesinada Celia Navarro, en la calle Margarida Xirgú, hay flores.

Apenas un centenar de nombres del callejero de Palma, de los más de 2.400, está dedicado a mujeres. En una de ellas, en la de Margarida Xirgú, vivía Celia Navarro, la última mujer asesinada por su pareja. ¡Cómo es el negro azar!

Se celebró ayer el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, y todos los partidos políticos han posado para la foto. Eso sí, la ciudad que apenas nombra a sus mujeres se vistió ayer de lazos rosas y escuchó los discursos de los responsables públicos, pero el porcentaje en toponimia femenino es pálido y delgado. Lo primero, porque están básicamente situadas en la trastienda de la ciudad, y delgado, porque son apenas cien. Eso es también menosprecio, ignorancia, y ambas actitudes pueden acabar en crímenes. No lo duden.

La violencia contra las mujeres tiene demasiadas aristas para que quepan en un solo día. Ayer mismo, escuchaba en un autobús público cómo su chófer se mofaba de una conductora porque, según él, le impedía el paso. Quizá fuera así, pero el tono y sus palabras eran ya pequeñas astillas de violencia.

De ese menosprecio ellos no entienden porque no lo viven; nosotras sí, a diario, en el espacio público, en los puestos de trabajo, en los lugares de ocio y muchas, desgraciadamente muchas, también en su casa.

Quizá sea imposible atajar ese odio hacia las féminas de la misma manera que es una utopía creer que se va a acabar con la violencia, pero no lo es tratar de educar desde el principio. Por ello, hagamos que la ciudad sea más igualitaria. Recordemos a nuestras madres, nuestras abuelas, a las hijas, las nietas, que fuimos, somos y seremos, y señor alcalde, dedíqueles más calles.

No estamos solos. Hay paridad en el menosprecio a los antropónimos femeninos. En España, la media de calles, plazas, avenidas dedicadas a féminas no sobrepasa el 5 por ciento.

Otro tema a qué mujeres eligen. Aún se recuerda cómo Álvarez del Manzano, siendo alcalde de Madrid por el Partido Popular, se negó en rotundo a colocar un rótulo dedicado a la comunista Dolores Ibárruri, los populares preferían ensalzar la figura de vírgenes, porque ellas sí visibilizan a las mujeres. Hubo que esperar años para que a cuenta gotas, el nombre de las calles de los municipios españoles salieran del armario y aquellos técnicos, la mayoría hombres, hicieran memoria y reconocieran cuántas mujeres valiosas han construido historia.

Una ciudad que apenas nombra a sus mujeres no es igualitaria por más lazos rosas gigantes que cuelgue de las fachadas de las casas consistoriales. Un país que sigue prefiriendo dedicarle una plaza a un ente simbólico como es una virgen y negarle el recuerdo a mujeres de carne y hueso está enfermo. Señor alcalde, apueste por una ciudad también de las mujeres.

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