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Sa Torreta

Delenda est pastanaga

Pretendía presentarse como la P de Palma o pasar por la P de palmera. Pero permanece en el pasado como sa Pastanaga

El logo mostraba una Palma moderna y alegre.

Pretendía presentarse como la P de Palma o pasar por la P de palmera. Pero permanece en el pasado como sa Pastanaga. Hablamos del proyecto ideado durante la última legislatura de Ramon Aguiló y presentada en junio de 1989 para que la ciudad tuviera una representación moderna, alegre y colorista. Se creó un logo y se propuso una gama de colores pastel que se extendieron por autobuses, vehículos de Emaya y contenedores. También pretendía conquistar, en una misión imposible, el reino del taxi.

Sa Pastanaga, denominación nacida del ingenio de Jacint Planas Sanmartí, se convirtió en uno de los ejes del ataque del PP y sus aliados mediáticos para conquistar Cort. En algunos momentos pareció que el primer problema de la ciudad era el curioso símbolo ideado por una empresa de Barcelona. El coste de la operación rondó los 60 millones de pesetas (360.000 euros).

Cuando en mayo de 1991, Joan Fageda logró la mayoría absoluta resultó evidente que el símbolo de una Palma más moderna -alejada de la que años después traería el rodriguismo- estaba condenado a la desaparición. Y todo a pesar de que en una encuesta de Gallup una gran mayoría de ciudadanos mostraban su aprobación -un 50% a favor frente a un 34% en contra- a esta imagen más cordial que la del antiguo escudo oficial.

En noviembre de 1991, hace ahora 25 años, se firmó la sentencia de muerte. Una de las primeras empresas públicas en aplicarla fue, no podía ser de otra manera, la funeraria. Cuatro de los cinco vehículos con los que trabajaba sufrieron accidentes y se aprovechó su paso por el taller para quitar la Pastanaga, que en este caso y por razones obvias no lucía los colores verde, azul y naranja. Después siguieron el palacio de deportes, las papeleras, las paradas y los billetes de autobús...

Fue una muerte lenta, la falta de recursos económicos impidió que Fageda aplicará la guillotina. Una defunción tan diferida que Sa Pastanaga aún puede verse en un puñado de tapas de alcantarilla. Palma renunció a dar un paso hacia el siglo XXI y se ancló con fuerza en los tiempos más sombríos del XX.

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