En cinco minutos, la vida es eterna, cantó Víctor Jara. Se necesitan tres más para intentar salvar la vida a una víctima de violencia de género. Los 8 minutos clave desde que la Policía recibe el aviso de que el agresor ha iniciado el ritual de su agresión que puede acabar con otra mujer más. Desde 2009, la Policía Local organiza cursos de defensa personal dirigidos a mujeres que sufren malos tratos. Organizan dos al año. Han asistido 195 mujeres.

Biel y Auba son los monitores de un curso que ayer recibió un grupo de políticas, funcionarias y periodistas. Angélica Pastor y Susana Moll, regidoras de Seguridad y Educación, respectivamente, se pusieron ropa cómoda, dispuestas a recibir las clases prácticas de cómo repeler al agresor. Se invitó también a las mujeres de la oposición pero ninguna se apuntó.

"Cuando recibimos una llamada de una mujer que puede estar sufriendo violencia de género, el tiempo de respuesta de la Policía es de unos 8 minutos. En ese intervalo, la víctima deberá intentar minimizar el daño del agresor", dijo Biel como antesala de los ejercicios.

"Lo más importante es subirles la autoestima, que las víctimas no se sientan bloqueadas", indicaron los monitores. Para ello, es clave "la actitud corporal". Hay que gritar, pedir auxilio, e intentar escapar. El baño suele ser un buen refugio si la agresión se produce en el domicilio. Pero hay tantos interrogantes. "Ya sabemos que 'los y si serán habituales', pero el cursillo no es garantía de nada pero ayuda, y puede salvar tu vida", indicaron los monitores.

Tienen experiencia. Han asistido a clases 195, solo que el dato es escalofriante. Son ya seis mujeres asesinadas en Balears en 2016. La última víctima, la semana pasada.

"Lo escalofriante, lo incomprensible, es que muchas de las víctimas se apuntan al curso pero no son capaces ni de abandonar la casa ni de denunciar al agresor", indica Auba. La agente recuerda que es un entramado muy complejo que da cuenta de los perfiles de las víctimas. "Muchas de ellas repiten el mismo esquema de hombres maltratadores en sus sucesivas relaciones", subrayó.

En poco más de una hora, los monitores explicaron una serie de llaves defensivas. Lo primero de todo, cuando el agresor empieza con insultos, ofensas, la mujer no debe mostrar una actitud sumisa, pero tampoco poner la cara. "El agresor siempre busca la cabeza, de ahí que sea fundamental protegerla. Se debe mantener la distancia de seguridad".

Con miedo a una nueva paliza y el temor a lo peor, el curso prosigue e insiste en que ella coloque sus manos delante y así pueda repeler los golpes. Mientras, van pasando los segundos eternos que suman minutos. La espiral de la violencia lleva al agresor a buscar más puntos vulnerables en el cuerpo de la víctima, las manos, pero "la defensa es como un baile, las caderas mandan, así que hay distintos movimientos que pueden acabar con el agresor por el suelo. No faltan las llaves que intentar repeler, invalidar al violador. "Es muy difícil ponerse en situación", indican las asistentes al curso. En Balears son seis las mujeres que no llegaron a tiempo. Un minuto basta para matar. En ocho quizá pueden salvarse.