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Palma a la vista

Hoy toca quebrantos

Javier Alcolea y Alba Palacios han abierto local.

Si el Quijote y Sancho Panza siguieran su ruta, hoy tocaría comer quebrantos. Cervantes inició su novela situando el lugar de la acción y presentando con cuatro trazos a su protagonista. A continuación enumeraría los platos: "Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos". Pero si el flaco hidalgo se parase en El Rincón Manchego se llevaría otras viandas a la boca.

Alba Palacios y Javier Alcolea dejaron su pueblo, Socuéllamos en Ciudad Real un año atrás. Buscaron trabajo, y al día siguiente ella lo encontró, de camarera, pero resultó que lo prometido no se cumplió. De aquel primer precario puesto a otro peor, un bar que resultó ser uno de los locales de la "mafia laboral". Él tuvo más suerte. Se hizo pastelero, y sigue haciéndolo. Pero la tierra tira.

"Cada vez que volvíamos al pueblo, nos traíamos algo. Fue cuando nuestros padres nos animaron a abrir este negocio. Llevamos cinco meses", cuentan.

Arropados por sus vecinos que también han apostado por la zona de la Volta de la Merçè, y "por toda la familia", poco a poco se van abriendo camino en El Rincón Manchego.

En él se pueden encontrar productos artesanales como los quesos que ellos buscan, "o nuestros padres", que bien conocen a pastores y queseros. No faltan las cortezas de cerdo y como novedad, las de bacalao.

Entre los productos que agradarían a Sancho y al enjuto caballero, perdices, y lomo y chorizos de orza. La vasija de barro es utilizada para cocinar las piezas de caza y los productos de la matanza manchego castellana. "En mi casa, en Navidad, aún se preparan las costillas de orza", señala Alba.

Ella es hija de gente del campo que dejó los estudios. Él hizo cursos de chapista. Los veinteañeros son novios "desde hace mucho", y compartieron aula en el pueblo. Aseguran haber leído El Quijote "ya que en La Mancha lo inculcan", señalan ambos.

La comunidad manchega está empezando a hacerse eco de la llegada de este rincón de su tierra. "Muchos vienen sorprendidos, y cuando prueban algunas de las cosas que tenemos aquí, solo verles la cara, llena de sus recuerdos de infancia, ya te sientes feliz", dicen ambos."¡Nos dicen que deberíamos haber abierto un restaurante!"..., "Yo les digo, que después, después". Mientras llegan los pucheros, no faltan en la cesta vinos, mieles naturales y aceites; además de unos gelés, para acompañar queso, pescado y carne.

Será difícil hacer caso al hidalgo cuando dijo "come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago" cuando uno entre en El Rincón Manchego.

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