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Palma a la vista

La pátina de Nicolau

Eva Guisado y Sylvin Barberger han abierto La Patine, un taller en el que ellos dan nuevos aires a muebles y objetos en el acabado

Eva Guisado es el cincuenta por ciento de La Patine. L.D.

A Nicolau de Pacs se le ha dado un nuevo barniz. El talento del francés Sylvin Barberger y de la mallorquina Eva Guisado se ha puesto en marcha para darle lustre a un amplio espacio cerrado los últimos doce años, donde al parecer antes estuvo un taller mecánico. Ellos lo han convertido en La Patine, un taller donde se les da una nueva cara a muebles, objetos, de metal y de madera.

No alcanzan el año de vida, abrieron en abril. El vecindario les ha recibido con los brazos abiertos. "Están muy contentos y nos dicen que ya era hora que se abriese en la zona un negocio de este tipo", cuenta Eva. Lógico porque a un par de manzanas de la plaza de las columnas y de Pere Garau, abundan los negocios montados por chinos.

Tanto ella como Sylvin, que en realidad es óptico, y ella administrativa, dejaron sus trabajos años atrás para dar sustancia a su idea. "No es un comercio, es un taller en el que nuestros clientes pueden encontrarnos para encargarnos muebles, objetos, que quieren que les hagamos, o bien que les demos una nueva vida gracias al trabajo que hacemos con las distintas pátinas".

Ambos son autodidactas pero Sylvin le lleva ventaja a ella. Lleva años trabajando en una importante tienda de decoración y mobiliario muy exclusivos en el centro de Palma, y ahora ha decidido abrir su propio taller. Su talento natural, encontró la horma de su zapato en Mallorca, donde decidió instalarse tras haber vivido en Madagascar.

Su principal cartera de clientes son decoradores, arquitectos y particulares; también negocios de decoración. "Los particulares proceden de países nórdicos, sobre todo suecos", indica Eva.

Cuentan con el apoyo del herrero Bonifacio Pradas, un artesano especialista en forjado, que aplica su saber a los diseños de Sylvin.

Cuando uno entra en La Patina le parece estar de viaje. El aire de hangar reconvertido, en el que cada objeto tiene una historia que cuenta a medida que se le observa detenidamente, es de gran ciudad.

"Nosotros trabajamos en un objeto, en un mueble, de principio a fin. No creo que en Palma se encuentre ningún taller que lo haga, y además muchas tiendas de decoración se mueven en la misma línea", comenta Eva, rodeada de los moldes con las distintas pátinas que dan a metales y maderas. Ellos trabajan con materia prima autóctona, y con pinturas al agua, no sintéticas.

Asume que se mueven dentro del estilo vintage que prima la materia prima natural. Eva cree que "tiene éxito porque se huye de artificios del pasado". Asegura que "ya no gustan los muebles recargados de otras épocas". Sus clientes rondan los 50 años, "y saben muy bien lo que quieren".

Al fondo del amplio taller, una tela blanca parece el telón de un escenario. Pintados, la sombra de unos labios.

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