La Festa de las Verges es una tradición local que ha desaparecido casi por completo en Palma, excepto en un lugar: los colegios. Ayer numerosos centros educativos celebraron el intercambio de claveles y buñuelos con motivo de la festividad de Santa Úrsula.

Un ejemplo fue el colegio Sagrat Cor, donde unos 160 alumnos de las clases de quinto y sexto de Primaria participaron en la fiesta. A media mañana los niños se agruparon en el patio y, dirigidos por su profesor de música, Antoni Montejano, cantaron cuatro serenatas. En el repertorio no faltó el clásico Clavelitos. Las niñas les escucharon atentamente desde las ventanas del primer piso del centro, como si estuvieran en los balcones de una casa.

Después de cantar, regresaron a las aulas para hacer el intercambio de claveles por buñuelos. "Si queréis les podéis dar dos besos a las chicas cuando les entreguéis la flor", dijo Miquel Fullana, tutor de una de las clases de quinto. La respuesta fue un gesto de asco generalizado: ni ellos ni ellas se atrevían a tanto. Finalmente, todos comieron los buñuelos que ellas habían traído a clase.

Los alumnos aprovecharon el día para recordar la leyenda de Santa Úrsula, una princesa británica que peregrinó junto a diez de sus doncellas vírgenes hasta Roma y en su regreso fue asaltada y torturada por los hunos hasta la muerte. Erróneamente durante años se creyó que fueron 11.000 (y no 11) las vírgenes martirizadas. Desde entonces el 21 de octubre se conmemora su efeméride.