Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mujeres de hoy

Ana Vega Ajarrista: "Dejarlo todo no es un salto al vacío, ya que para mí la vida rutinaria es más peligrosa"

"Mallorca seguirá siendo mi rincón del mundo, pero a veces es bueno tomar distancia para apreciarla"

Ana Vega vive a bordo de un dos caballos. Una estela azul recorre Europa. La que dejan ella y Eva Serra.

El verano del año pasado Ana Vega Ajarrista tenía 30 años, cuando dio un vuelco a su buena vida. El bienestar no bastaba. Nada y todo la llamaban a lanzarse a la carretera. Junto a Eva Serra, e inspiradas por la película Thelma y Louise, convirtieron su dos caballos en el Thunderbird de la película. La ruta aún sigue, “sin billete de vuelta”. Han recorrido buena parte del Mediterráneo. Ahora se ha postergado la entrada en Asia central. Se preparan para ir a Finlandia en invierno y después a Kazajstán y Kirguistán por Rusia. Una estela azul celeste cabalga Europa. La de su 2CV. Ana es periodista. Inevitablemente está escribiendo su peculiar on the road. Tema no le falta.

-Todos quieren venir a Mallorca y usted se va.

-Mallorca es y seguirá siendo mi pequeño rincón del mundo. Después de recorrer más de 23.000 kilómetros y 18 países en lo que llevamos de aventura, pocos lugares son comparables a la isla. Pero a veces es necesario tomar distancia para apreciar lo que se tiene.

-Su último trabajo fue en una inmobiliaria. ¿Se marcha antes de vender la isla?

-De hecho, es paradójico. Soy alérgica al concepto de propiedad privada y amo y respeto la naturaleza y Mallorca en particular y, aún así, me dejé seducir por la comodidad y estabilidad que me ofrecía el trabajo en una inmobiliaria. La vida es un aprendizaje constante. Lo importante es detectar que algo no funciona y tomar la decisión de cambiarlo. Desde que inicié este viaje he aprendido a dejar de torturarme por las decisiones pasadas.

-Muchos sueñan con dejarlo todo y empezar, pero ¿a los 30?

-Era un sueño quimérico, fantástico, como una película de Wes Anderson, que ha pasado a ser extremadamente hiperrealista. Me resulta difícil entender el concepto ‘vivir deprisa’, ¿acaso existe otro modo de vivir? Y aún así mi vida transcurre lentamente, como en las películas de Wong Kar-Wai. Tranquilamente me levanto a tomarme el café por la mañana, conduzco sin prisas, dedico mi tiempo a contemplar una puesta de sol, me detengo a escuchar la brisa o los cuervos que me dan los buenos días al amanecer. Vivir deprisa es lo que hace el común de los mortales, conduciendo a toda prisa, comprando a toda prisa todo aquello que creemos necesitar. Me pregunto cuántas de esas personas se han sentado a contemplar el mar o una puesta de sol en las últimas 24 horas sin pensar en todas las cosas que ‘tienen que hacer’ al día siguiente.

-¿Cómo reaccionó su entorno?

-La mayoría con entusiasmo, otros con preocupación, pero en general nos dieron su apoyo y, en muchos casos, su envidia sana.

-Si Eva no se hubiera apuntado, ¿hubiera ido sola?

-La idea nació en un road trip que hicimos al sur de Francia hace un par de años. En aquel viaje nuestras conversaciones las monopolizaban el tedio de la vida rutinaria, el trabajo. Nos dimos cuenta de que ya no hablábamos de nuestros sueños. Así que le dije a Eva que un buen día cogería mi dos caballos y me iría a Estambul. Unos meses más tarde, Eva me llamó para decirme “Ana, me voy contigo”. Probablemente también lo habría hecho sola, antes ya había viajado sola a Egipto, Jordania, Marruecos, Camboya, Svalbard, etc. Y, de hecho, en los últimos ocho meses he recorrido sola con el 2CV el este de Turquía, Irán, Armenia, Nagorno Karabaj y Georgia.“He perdido la fe en la UE después de ver cómo están abordando el asunto de los refugiados sirios”

-¿Partís con una ruta marcada o improvisáis?

-El primer objetivo era Estambul recorriendo la costa del Mediterráneo y luego continuar al este para dar la vuelta al mundo. Pero cuando nos encontrábamos en Italia, abrumadas por la crisis de los refugiados sirios, decidimos recorrer el mismo itinerario que hacían ellos por los Balcanes, pero a la inversa, y trabajamos como voluntarias en el campo de refugiados de Presevo (Serbia). Atravesamos Eslovenia, Croacia, Bosnia, Montenegro, Kosovo, Albania, Serbia, Macedonia, Grecia, etc.

-¿Sintió el peligro?

-En el campo de refugiados de Presevo, la situación era más abrumadora y desoladora que peligrosa. La crisis humanitaria era tal que los cerca de diez mil refugiados se hacinaban sobre la basura y el barro, asediados por el frío y el hambre, ante la apática mirada de los soldados serbios y macedonios. Perdimos la fe en la Unión Europea.

-Ha contado en alguna ocasión otras situaciones de peligro. ¿Por qué se arriesga?

-Cuando viajaba sola, estuve en primera línea de guerra en Nagorno Karabaj, territorio en conflicto con Azerbaiyán, junto a un fotoperiodista australiano. Y también viví el intento de golpe de estado en Ankara, a pocos metros del palacio presidencial y de la sede del partido AK, objetivos militares de los golpistas. De esas experiencias aprendí a tomar conciencia de mis emociones. Temí por mi vida, sentí un miedo aterrador, y,aún así, me sentí más viva que nunca.

-¿Cómo os financiáis?

-Nos autofinanciamos. Durante parte del viaje hemos participado en la denominada economía colaborativa: hemos realizado la vendimia en Italia o la recogida de la oliva en Grecia, a cambio de alojamiento y comida. Y también trabajamos como freelance. En mi caso, me dedico al marketing por internet, llevo a cabo campañas de publicidad online para la empresa Nubis Marketing.

-Thelma y Louise tienen un final de salto al vacío. Esperemos que en el suyo haya una colchoneta.

-Si sabes nadar, no necesitas colchoneta. Y lo consideraría más un salto a la vida que un salto al vacío. A mi juicio, es más peligrosa la vida rutinaria.

-¿Cómo es la convivencia en un espacio como un 2CV?

-Aunque hemos vivido algún momento tenso, la convivencia es fluida y la comunicación transparente. El 2CV es un coche pequeño pero mágico, que nos traslada de forma inmediata a un estadio de felicidad indescriptible. La analogía con Thelma y Louise es de hecho inquietante. Iniciamos el viaje como ellas y nos hemos ido asilvestrando con los meses, como ellas. También hemos vivido momentos tensos con algunos camioneros, llegando a mostrar nuestro martillo y navaja por la ventana a algún que otro conductor sexista.

-¿Cómo ve el mundo que dejó?

-Veo que en el mundo que dejé los problemas son relativos. Ahora que he vivido en mis propias carnes la guerra, el terrorismo, el hambre y la desigualdad, me aburre soberanamente la política balear y española que antes solía seguir con ahínco.

-¿Se plantea volver?

-Quién sabe. Ahí reside la libertad. La libertad de escoger si volver o no volver. No es algo que pueda plantearme ahora, porque ahora sólo me interesa el ahora, aquí.

“He vivido situaciones de peligro, aunque en ellas me he sentido más viva que nunca”

-¿Es usted fan de Carlo Petrini?

-Ciertamente, nos encanta su slow food, nuestra vida parece moverse en slow motion. Pero sobre todo nos anima la filosofía que promueve Gustavo Duch.

-¿Recomendaría su terapia?

-Sí, pero en la letra pequeña pondría: no apta para personas con dolencias cardíacas.

Compartir el artículo

stats