Diario de Mallorca

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Palma a la vista

Cambio de color

La plaza de Santa Eulàlia se tiñe de rubia. L.D.

Palma cambia de color. Sin tinte que valga. Las rubias de bote han desaparecido. Las trigueñas de verdad han centrado su interés en el corazón de la ciudad. Se las ve en animada conversación en plazas como las de Santa Eulàlia, muy cerca de las habituales clientas de la Palma vieja. Ahora el foco está en la Europa del norte porque la meridional solo arroja instantáneas de varados en el Mediterráneo que debería llamarse, mar Muerto.

Ese nuevo aluvión, ese magma humano, viaja en autobuses de la EMT, porque los escandinavos son los precursores de la socialdemocracia que, con todos sus logros, también ha pinchado en el duro hueso del capitalismo. Se les ve recorrer la ciudad no en las líneas que dan servicio a los turistas sino a los residentes.

Una mota trigueña en un autobús municipal en el que el tono capilar es castaño por máxima genética es novedad en el aspecto de esta ciudad. ¿Cosmopolita?

Desvirtuado el término gracias a una publicación de moda y tendencias, convendremos entonces que sí, Palma es muy cosmopolita, aunque sus naturales no consignen mayor patria que la isla. Más allá de Mallorca, solo hay ganas de regresarnos a la roqueta. Por eso entendemos a la perfección a esos nuevos inquilinos que tiñen de rubio las plazas, los mercados, los autobuses incluso.

Otra cosa del nuevo mapa cromático de Palma es averiguar si se desplaza por los mismos lugares o hace de la ciudad un todo. Es decir, igual que los emigrantes acaban situándose en las ciudades donde buscan una vida mejor en barrios cercanos a familiares que llegaron antes que ellos en ese viaje, no siempre fácil, y acaban haciendo gueto, como medida de protección, de superación de su natural nostalgia, los nuevos residentes de la Palma del 2016 no están aquí por obligación sino por devoción. Ese motivo les otorga otra categoría. No debiéramos olvidarlo.

Esa usurpación de los lugares que hasta hace unos euros -la medida o el rasero siempre debe ser el económico, no nos engañemos- eran los utilizados por los oriundos, mallorquines nacidos o afincados. Hoy barrios enteros como Santa Catalina están arrinconando a sus anteriores vecinos. El Jonquet les sigue de cerca, y en los últimos meses, la zona del Tenis se está tiñendo de rubio. Avisan que también en El Terreno se observan movimientos, cambios cromáticos.

La cuestión es que la ciudad sube precios, vivir resulta muy caro en Palma porque nos la están cobrando a precio de Estocolmo, pero no tenemos los sueldos nórdicos. Como no nos compremos un buen tinte, a ser posible vegetal, no daremos el pego. Quizá está siendo hora de que nos volvamos cosmopolitas. ¿A emigrar se le llama así ahora?

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