En la primera línea del Molinar, la zona más codiciada de Palma, han aparecido en los últimos años casas modernas con grandes cristaleras, barandillas metálicas y soláriums en la terraza. Nada que ver con las tradicionales viviendas de pescadores hechas con marés y madera. Para evitar que los barrios con historia de la ciudad acaben desfigurados y pierdan sus orígenes, el área de Urbanismo de Cort está preparando unas reglas de estética y materiales que servirán, el palabras del concejal Antoni Noguera, para "proteger el carácter de Palma".

Hay 20 barrios que han sido calificados como núcleos tradicionales y que, en consecuencia, estarán afectados por las restricciones en las fachadas. Algunos tienen un origen agrícola (Sant Jordi, sa Casa Blanca, s'Aranjassa, sa Indioteria, Establiments, Son Sardina o el Secar de la Real), otros de origen industrial (Son Espanyolet, la Soledat, Can Capes o els Hostalets), pesquero (el Molinar o el Coll d'en Rabassa) y también los que nacieron o se desarrollaron como zonas de veraneo de las clases bienestantes (el Terreno, Gènova, la Bonanova o Portopí).

Noguera explicó que la normativa estética y de materiales imitará la práctica existente en países anglosajones y afectará a todos los edificios de nueva construcción. No se obligará a que los inmuebles ya edificados cambien sus fachadas.

El gerente de Urbanismo de Cort, Joan Riera, especificó que se crearán patrones sobre la proporción de agujeros en la fachada para limitar las cristalera o se señalarán los materiales para cubrir la pared, como la argamasa o las pinturas minerales.

El concejal Noguera apuntó otras tres medidas que también se desarrollarán para proteger los barrios tradicionales. Una ya está en marcha y es la ampliación del catálogo municipal de patrimonio con todos los edificios que tienen elementos históricos o arquitectónicos dignos de conservar. Otra iniciativa es la determinación de inmuebles con valor ambiental. Y la última será determinar si hace falta modificar las alineaciones y alturas máximas que deben tener los edificios.

"Esta normativa quiere proteger la estética y el carácter de Palma. Se trata de asegurar unos mínimos para la integración de las nuevas edificaciones, como en el centro de la ciudad. Que el urbanismo se dedique a mejorar la ciudad, no a romperla", aclaró el concejal de Urbanismo.

Revisión de proyectos

En caso de que se proyecte un edificio con unas características distintas a las establecidas por la normativa, será la comisión de centro histórico la que deberá determinar si la idea vale la pena para la barriada. Este órgano cambiará su nombre y pasará a denominarse comisión de centro histórico, catálogo y paisaje urbano.

Noguera prevé que las nuevas normas de protección para los barrios tradicionales estén aprobadas en cuestión de meses, previsiblemente a principios de 2017. La revisión del nuevo catálogo de patrimonio también debería estar lista para esas fechas.