Jornada nublada, incluido un chaparrón, y siete cruceros en el puerto con unos 20.000 turistas a bordo solo podían provocar un lleno total en el casco antiguo. Las calles se atestaron de gente la mañana de ayer y caminar por el centro se hizo difícil para los residentes y visitantes, mientras los negocios parecían rebosar de trabajo e ingresos, tal como se podía ver en las grandes firmas comerciales y las terrazas de las cafeterías y los restaurantes. Sin embargo, pese a los siete buques atracados en el muelle de Ponent y las estaciones marítimas, no fue una jornada de récord, ya que en mayo de este mismo año se llegaron a los ocho cruceros y 22.000 pasajeros.

Durante esta temporada, el martes es el día con más actividad crucerística, debido a que son cuatro los buques que repiten escala cada semana esa jornada. Sin embargo, ayer se añadieron tres cruceros no habituales los martes, por lo que se llegó hasta los siete, que coincidieron más de cuatro horas simultáneamente. Los 20.244 cruceristas, según los datos de la Autoritat Portuària, no solo se dedicaron a visitar Palma, sino que algunos eligieron hacer excursiones por otros puntos de la isla o quedarse en los barcos, equipados con una gran cantidad de instalaciones.

Respecto a los buques que ayer dominaron la Bahía, son el AidaBlu, que finalizó su viaje de diez días y partió por la noche rumbo a Olbia para realizar un nuevo crucero; el Thomson Majesty, que también finalizó ayer un trayecto semanal por el Mediterráneo Occidental; el Thomson Spirit, que hizo escala en Palma y continuó su ruta de siete días; los buques Costa Diadema y Costa Fascinosa, que atracan todas las semanas en la capital balear y partieron rumbo a Civitavecchia y Palermo, respectivamente; y el también habitual MSC Fantasía, procedente de Cannes y rumbo a Barcelona.

Asimismo, los pasajeros del emblemático Queen Elizabeth, perteneciente a la célebre naviera Cunard Lines, arribaron desde Southampton y partieron rumbo a El Pireo en un crucero de 18 días por el Mediterráneo. Fueron los primeros en marcharse, mientras el resto de turistas continuaban llenando la ciudad.