Azul marino, dorado y blanco roto. Estos tres colores son los que decorarán la plaza de la Reina dentro de unos meses cuando se instale el nuevo mosaico alrededor de la fuente. Más de 1.400 piezas hechas a mano se colocarán a los pies de la estructura y sustituirán las flores que ya hace semanas han dejado vacía la base.

El diseño lo realizó el exarquitecto municipal Federico Climent, fallecido en mayo de este año. Su obra póstuma es una composición de triángulos y deltoides (unas piezas con forma similar a la del rombo, pero cuyos lados no son todos iguales), pensada expresamente para la plaza de la Reina. El montaje final no mostrará ningún dibujo ni sigue un patrón regular, sino que las figuras se alternarán de manera aparentemente arbitraria. El esquema original preveía los colores gris, blanco y dorado, pero las pruebas posteriores aconsejaron unos tonos con más contraste.

De ello se ha encargado el ceramista Joan Pere Català Roig, un artesano de Pòrtol que desde febrero está trabajando para transformar en realidad los planos de Climent. Amante de la tradición de la alfarería, su tarea no se ha limitado al trabajo manual. También ha hecho de matemático y de alquimista para conseguir un resultado óptimo.

Los trabajos previos para construir el mosaico comenzaron en febrero. Cuando le encomendaron la faena, el primer paso fue sacar la calculadora para reproducir el diseño exacto de Federico Climent. Con los números claros, comenzó a hacer las denominadas pruebas de encogimiento. La pasta cerámica, que es el material elegido para el mosaico, "se encoge aproximadamente un 10% después de hornearla", detalla Català Roig. Un error de un milímetro de más en cada azulejo supondría un error fatal para el mosaico, porque -dice el artesano- "las piezas no son como baldosas de una casa: no están pensadas para cortarlas si no te caben".

Un herrero fundió los moldes expresamente para la composición y con ellos pudo comenzar a hornear piezas. Tras colocar la pasta cerámica en el troquel, la golpea con una maza para que pierda las burbujas de aire. La masilla se desmolda y retiene la forma a la perfección. Cada porción ha pasado una semana secándose al aire libre antes de hornearla entre diez y doce horas.

El toque final fue el esmalte, que da color a la superficie de cada pieza. Aquí es donde entra en juego la alquimia. Cada tonalidad está recreada con elementos naturales, sin recurrir a productos químicos. Ha usado minerales y sustancias como el feldespato, el caolín, el talco, el carbonato cálcico o el rutilo. "De esa forma, si dentro de un siglo alguien quiere repetir el mismo color, tendrá la fórmula para conseguirlo", dice el especialista.

Català Roig hizo más de cien pruebas de color antes de dar con los colores perfectos. Al autor del mosaico le dio tiempo a elegir dos de los tres colores finales, aunque el azul ya no estuvo a tiempo de recibir el beneplácito de Climent. "El azul escogido es un tono con muchos matices, que tiene profundidad y recuerda al mar", apunta el alfarero.

La pasta cerámica está pensada para resistir en instalaciones públicas, incluso "les puede pasar un camión por encima", dice el ceramista. Se cuecen a una temperatura que oscila entre los 1.280 y los 1.300 grados centígrados, 300 grados más que la arcilla común. Luego no necesitan mantenimiento y su superficie no se puede desconchar.

Los primeros baldosines estuvieron listos en abril y los últimos, hace una semana. En total ha acumulado mil horas de trabajo y ha usado 2,5 toneladas de pasta. "Es un trabajo tedioso, pero mi hermano me ha echado una mano con la parte mecánica", explica Català Roig.

Ha trabajado de prestado en el taller Can Vic, donde tenía más espacio para almacenar durante meses todos los fragmentos del futuro mosaico. Allí guardaba 21 pilas distintas con cada tipo de baldosa, según el color y la forma. Este viernes estaba previsto que la constructora que alicatará la fuente, Roig Construccions i Serveis, fuera a recoger todas las piezas para componer la obra.

Homenaje a Climent

Català Roig señala que "la instalación está orientada a celebrar la figura de Federico Climent". La idea era que el proyecto del exarquitecto municipal de Palma estuviera ejecutado antes de su muerte. Pero su estado de salud se agravó antes de lo previsto.

Entre las 1.500 piezas que ha horneado el ceramista (ha hecho cien de más para que haya recambios), hay dos de especiales: dos teselas blancas donde aparecen su firma y la de Federico Climent. "Ha sido un trabajo conjunto del arquitecto y del ceramista que lo interpreta. Desde el Ayuntamiento nos insistieron en que firmáramos la obra para que quedara un recuerdo del autor", señala Català.

Todavía no hay una fecha exacta para comenzar la instalación, porque antes tienen que modificar el pie de la fuente para que no esté tan hundida y no tape una parte del mosaico. Además, estudiarán la posibilidad de que los bajos de la rotonda también estén iluminados -ahora las lámparas solo enfocan al agua- para dar más visibilidad a las teselas cerámicas. "Lo que necesitamos ahora es a un buen alicatador que sepa leer el plano", dice Català Roig, satisfecho con su parte del trabajo.