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Palma a Palma

Descompromiso

Nuestra sociedad se mira en el espejo de los medios. Sean los de comunicación, sean las redes sociales. Hasta tal punto que la gente acaba por creer, de una forma un poco platónica, que ese reflejo es la propia realidad. Es decir, el mito de la caverna.

Así, por fin se ha destapado el tema de la saturación turística. Sobre todo en lo que hace referencia a Palma. De repente, todo el mundo es consciente de que el centro está dejando de ser ciudad, para convertirse en un parque temático. Algo que, por otro lado, llevaba bastante tiempo en marcha.

Lo curioso es que toda esta conciencia, coincide con el hecho de que cada vez son más los que alquilan sus pisos para uso turístico. Porque uno de los factores que influyen en ese cambio es precisamente el alquiler vacacional. Y uno piensa: si realmente todo el mundo está en contra de la saturación, ¿por qué se siguen vendiendo y alquilando pisos que contribuyen a ello?

Todos lamentan la desaparición de locales de gran tradición. En algunos casos por la nueva ley de alquileres. En otras por relevo generacional. Pero sea cual sea la razón, uno se pregunta: ¿realmente todos los que entonan ahora la elegía por la desaparición de esos comercios de siempre iban a comprar allí? ¿No serán en su mayoría clientes de grandes superficies o comercios orientales? Que, eso sí, sienten la nostalgia de una Palma que desaparece. Pero si hubiesen comprado en ellos tal vez habrían contribuido a su supervivencia.

La situación política estatal es otro tema. Todo el mundo habla, se queja, despotrica. ¿Pero de verdad todos los que se lamentan han ido a votar cuando era el momento?

La cultura. Campo abonado para los rasgamientos de vestiduras. No hay apenas oferta, la situación es grave. ¿Pero todos los que se quejan de ellos van al teatro? ¿Compran libros? ¿Contribuyen en cierta manera con el mantenimiento de nuestra precaria industria cultural?

El espejo social hace que cualquier comentario en Twitter o Facebook parezca una toma de postura. Cuando no lo es. El descompromiso con las verdaderas causas tiene su origen en esa esquizofrenia. Es muy fácil firmar en change.org pero seguir alquilando tu piso a Airbnb. Al final, las cosas son sencillas. Las palabras se las lleva el viento. Las acciones perduran.

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