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Crónica de Antaño

Bellver, fortaleza, palacio... y prisión

El monumento fue utilizado como cárcel en numerosas ocasiones desde el siglo XIV hasta la Guerra Civil

"Allà de ponent/ en la llunyania/ un braç prominent/ tanca la badia;/ i del gran castell la massa rodona/ mostra dalt del cim sa gegant corona,/ meitat fortalesa, i meitat palau". Estos conocidos versos de Miquel dels Sants Oliver dedicados al castillo de Bellver hacen mención a la versatilidad de este monumento: poderosa fortaleza pero también bella residencia. Ahora bien, a estos dos usos debería añadírsele otro mucho menos atractivo: el de presidio. Aunque a ojos de hoy pueda resultar difícil de imaginar, el castillo de Bellver fue utilizado como prisión en alguna ocasión. La última vez que fue utilizado como tal fue durante la Guerra Civil (1936-1939).

Uno puede pensar que si se ha de estar en prisión qué mejor lugar que Bellver: bella panorámica, salas grandes y bien iluminadas, amplio patio de armas€ Pero lo cierto es que la fortaleza esconde espacios mucho más lúgubres, especialmente aquel lugar conocido como s´olla, que no es sino el aljibe que se encuentra en la parte inferior de la torre del homenaje. Los que han entrado en esa agobiante mazmorra no tardan en comprender que una persona allí durante algunos días tiene muchas posibilidades de enloquecer.

El castillo de Bellver fue construido por encargo de Jaime II de Mallorca. Tenía como función principal cubrir y defender el flanco oeste de la ciudad, aunque por su situación privilegiada también fue destinado a residencia campestre para los miembros de la casa real mallorquina; y posteriormente para algunos monarcas de la Corona de Aragón que visitaron la isla. Tras la muerte de Jaime III en la batalla de Llucmajor, en 1349, algunos de los perdedores capturados fueron trasladados a Bellver. Por primera vez el castillo se convertía en prisión. Entre estos primeros prisioneros se encontraban los dos hijos de Jaime III, la infanta Isabel y el desventurado Jaime IV (1349-1375), y la reina viuda Violante.

La Revolta Forana de 1450 y las Germanies de 1521 son dos graves episodios de la conflictividad social que hubo en el reino de Mallorca. Pues bien, también en esa época Bellver se convirtió en más de una ocasión en prisión. Por ejemplo, en los momentos previos al estallido de las Germanies, el virrey, Miguel de Gurrea, hizo encarcelar a los principales conspiradores contra la oligarquía, entre los que se encontraba su líder, Joan Crespí. Durante y tras la revuelta de los agermanats, Gurrea volvió a utilizar la fortaleza gótica como prisión. Entre los encarcelados estuvo el famoso Joanot Colom, que había sustituido a Crespí en el liderazgo de los amotinados, y que posteriormente sería cruelmente ejecutado.

Una vez la nobleza hubo sometido al pueblo, empezó la lucha por el poder entre sus diferentes linajes. Así, llegados al siglo XVII, se asistió al enfrentamiento entre Canamunts i Canavalls (Anglades contra Rossinyols), algunos miembros de los cuales acabaron encarcelados en Bellver. En esa misma centuria, en el contexto de la Guerra dels Segadors (1640-1652), otra vez, el castillo se convirtió en la prisión de un centenar de soldados. Ya en el siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión (1700-1715), Bellver fue presidio, refugio e incluso hospital según iban mudando las necesidades del conflicto. Primero se encarceló a los botiflers, mientras que en los años posteriores a la guerra fueron llevados los maulets.

En 1750 Palma padeció una terrible epidemia, por lo que todos los presos de la ciudad fueron trasladados al castillo de Bellver, debido al mal estado y carencias higiénicas de la cárcel de Palma. Allí estuvieron durante seis años.

Ya a finales del siglo XVIII surgieron dos mentalidades distintas y enfrentadas: por un lado los defensores de los derechos naturales del hombre que abogaban por el liberalismo como sistema político democrático; y por el otro los que defendían el Antiguo Régimen, cuyas propuestas políticas desembocaron en el conservadurismo y tradicionalismo, y más tarde en el carlismo. Bellver fue testigo silencioso de esa época pues en el interior de sus muros estuvieron encarcelados algunos ciudadanos por esa conflictividad política.

El primero de ellos, también el más ilustre, fue Melchor Gaspar de Jovellanos (1744-1811). Figura clave de la vida política española, de una gran altura intelectual, destacó por su valentía y coraje a la hora de denunciar la estructura política y administrativa del país. Precisamente por ello, en 1801, fue ´desterrado´ a Mallorca. Son sobradamente conocidos sus años de prisión en Bellver (1802 a 1808). Una vez liberado, regresó a la Península el 16 de mayo, pocos días después de los graves acontecimientos del 2 de mayo en Madrid.

La guerra contra Francia no dio tregua al castillo, y muy pronto volvió a convertirse en prisión. Primero fue encarcelado -un mes después de marcharse Jovellanos- Dominique François Aragó, un matemático y astrónomo que se encontraba en Mallorca midiendo el arco meridiano entre Barcelona y las Baleares. Fue acusado de espionaje y durante dos meses estuvo retenido en Bellver. En el otoño de ese mismo año se encerraron a algunas personas acusadas de francofilia. A finales de 1808 se encarcelaron a los primeros prisioneros militares, oficiales franceses de alta graduación. En los muros del castillo todavía hoy se pueden leer los nombres, o consignas, de algunos de aquellos franceses.

Finalizada la guerra contra el país vecino, volvieron los rifirrafes entre liberales y absolutistas. En 1812, fue encarcelado el liberal Mariano Conrado. En 1817, los generales Luís de Lacy y Joan Milans del Bosch fracasaron en el intento de iniciar una revuelta liberal. Lacy fue condenado a muerte. Las autoridades, temiendo un estallido social en Cataluña, ordenaron trasladar a Lacy a Mallorca, por lo que fue encarcelado y fusilado en Bellver. En fin, fueron muchos más, sobre todo liberales, los que estuvieron presos en Bellver como, por ejemplo, el alcalde de Palma, Esteve Bonet, que estuvo encerrado en s´olla (1824); o el general Arsenio Martínez de Campos, que se había opuesto al gobierno de la I República.

Ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil fueron encarceladas alrededor de ochocientas personas. Entre los presos estuvo el malogrado diputado socialista Alexandre Jaume, el mismo que unos años antes había conseguido que el bosque y el castillo de Bellver, de titularidad estatal, fuesen cedidos al Ayuntamiento de Palma, un castillo que, según sus propias palabras, "ya no volvería a ser el esbelto monumento que ornamentaba la ciudad, sería para siempre lugar de sufrimiento y de dolor".

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