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Trama corrupta

El fiscal pide dos años a un policía por agredir a un detenido en San Fernando

El agente está ahora en la cárcel por amenazas a una testigo protegida de la trama corrupta

Ernesto V. está ahora en prisión por amenazas.

La fiscalía reclama dos años de prisión para el policía local implicado en la agresión que sufrió un ciudadano, mientras estaba detenido, en el cuartel de San Fernando. Se trata de Ernesto V., a quien en el vídeo de la agresión aparece, supuestamente, golpeando a la víctima con sus puños, después de que otro agente, ya juzgado, le propinara varias patadas de artes marciales en la cara. El agente no se sentó en el banquillo de los acusados en el juicio que se celebró en la Audiencia, entre otras cosas, porque no se había analizado con profundidad las imágenes que grabó la cámara de seguridad del cuartel. Solo se juzgó, y se condenó, al policía local que le propinó las patadas y a los tres compañeros que no hicieron nada para evitar la agresión. Uno de ellos, incluso, se da cuenta de la cámara está grabando y mueve el objetivo.

Sin embargo, en la grabación se observa con claridad como la víctima, primero recibe unas patadas, e instantes después otro policía distinto le pega varios puñetazos. Este segundo funcionario, según el escrito del fiscal, sería Ernesto V. Se da la circunstancia que este funcionario está implicado en la trama corrupta y en estos momentos se encuentra en prisión por supuestas amenazas a su ex mujer, que es una de las testigos protegidas del caso. Esta mujer aportó datos importantes sobre las actividades de su expareja, así como de sus compañeros. Hace escasos días la Audiencia de Palma confirmó la decisión que adoptó el juez Penalva, que ordenó el ingreso en prisión por amenazas. El tribunal entiende que existen motivos para mantener en prisión a este investigado y relaciona la discusión, no por discrepancias sobre la relación familiar que tenía la pareja, sino porque ella hubiera declarado en su contra en el juzgado y le hubiera implicado en la trama.

Este policía, en estos momentos, tiene dos frentes judiciales abiertos. Por una parte, el juzgado de instrucción número 3 de Palma le investiga por su implicación en la agresión en el cuartel de San Fernando. Y, por otro lado, el número 12 lo investiga por actuaciones profesionales corruptas.

Fue su exmujer, con la que tiene un hijo, quien aportó datos del comportamiento de este agente de la Policía Local. La testigo, que pidió una especial protección porque tenía miedo, afirmó que Ernesto V. es un consumidor habitual de droga. Toma cocaína y hongos. Al no poder financiar con su sueldo de policía esta adicción, según la testigo protegido, el funcionario y otros compañeros, le quitaban la droga a los traficantes callejeros. En vez de intervenir la droga y entregarla en el cuartel, la consumían.

La mujer conocía perfectamente el incidente en el cuartel de San Fernando. Contó que el policía acudió un día a su casa y le mostró un vídeo, que llevaba grabado en un pendrive. Ella misma identificó a su pareja como la persona que propinaba los puñetazos. Recordó que su exmarido le acusó a ella de la reacción que había tenido esa noche en el cuartel de San Fernando. El detenido fue quien pagó las consecuencias de una pelea conyugal que había tenido ese mismo día.

Pistola

Hace tres semanas la mujer denunció ante la Policía que su expareja le había amenazado. Explicó que al entregarle al hijo que tienen en común, Ernesto V. le hizo un gesto con la mano, como si se tratara de una pistola y disparara. La mujer, inmediatamente, relacionó este incidente, no con una discusión de una pareja que se ha separado, sino por las declaraciones que realizó semanas antes ante el juez y el fiscal que investigan la trama policial. El agente, sin embargo, aseguró que se trató de un incidente familiar, ya que había discutido con la madre de su hijo sobre la entrega del menor. La testigo, no solo aportó detalles de Ernesto V., sino que también lo hizo de otros agentes, amigos íntimos de su expareja. Detalló los nombres de todos ellos y contó que también eran consumidores habituales de droga. Solían quedar todos juntos para salir de juerga y antes de hacerlo consumían cocaína. La droga la solían robar, según su declaración, a los traficantes callejeros que ellos ya conocían.

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