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Palma a la vista

El páramo de Remigia

A cualquier espacio se le llama plaza hoy en día como a este páramo en El Terreno. L.D.

Esta misma semana, el alcalde José Hila, se encaramaba a una escalera para colocar en la plaza Gomila, con luz y taquígrafos, cartelones en los que se informaba de las multas que les pueden caer a aquellos que practiquen botellón. El Terreno y Son Armadans son territorio comanche desde hace décadas. Algún día saldrá a la luz porqué uno de los barrios más interesantes de Palma sigue en un estado de abandono que haría caer la cara de vergüenza a cualquier gestor público.

Pues bien, unas manzanas más allá, nos topamos con otro despropósito. En la llamada plaza Mirador de Remigia Caubet -a cualquier explanada la llaman plaza- no hay tregua al calor. A este páramo de cemento le han dejado los esqueletos de hierro que en su día sirvieron para aguantar las sombrillas que daban un respiro a semejante zócalo de piedra.

Una vecina alerta que entre las víctimas del sofoco de esta explanada están los ancianos de la cercana residencia Borneo. Los pobres no tienen mejor manera de darse un pequeño paseo que ese sin sombra al que les ha dado por bautizar con el nombre de una escultora. ¡Qué insulto al arte!

Ese hueco que da al Paseo Marítimo se hubiera merecido mejor trato. El espacio público es la víctima propiciatoria para el colmillo más afilado, es decir, el de arquitectos, constructoras y promotoras ávidas de morder el suculento suelo. Todos tienen que ver en el entierro del espacio público, pero entre ellos, es sangrante la connivencia de los políticos y de sus gestores de urbanismo, muchas veces, a merced de intereses espúreos como hemos venido sabiendo no solo en Balears sino en España entera.

¿A quién se le ocurre situar esa explanada inmisericorde sin un atisbo de sombra? ¿Acaso vivimos en Suecia? Señores, un poquito de verde no estaría de más, aunque con la escasez de agua, mejor colocamos unos cuantos cactus, y sobre la zona de paseo, coloquen, aunque sea, unos techados de caña.

Los vecinos de El Terreno aplauden que el nuevo equipo en Cort se ponga las pilas con la vigilancia del botellón pero por más zonas de especial intervención que declaren y que griten a los cuatro vientos que "Palma es una ciudad para convivir", si no se emplean a fondo en atajar las dentelladas al suelo que están dando algunos especuladores, si no se pone algún tipo de límite, Palma va a acabar convertida en un ciudad escaparate.

El mirador de Remigia Caubet se construyó en 2002. Es el sombrero del aparcamiento. Entre el vecindario son muchos los que la contemplan como una plaza de diseño, hecha sin ton ni son.

Como el agora griega, estos espacios tienen sentido si se hace vida en ellos, y quién va a juntarse con una vecina, o quién va a citarse con un amigo en semejante páramo? Lo cierto es que no apetece pasearla, solo la promesa de ser balcón hacia el mar, la recomienda.

Los ancianos de la Residencia Borneo andan cariacontecidos porque si se sientan en los bancos no hay techumbre que les proteja. Pongan un cañizo que les libre de este sol de agosto.

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