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Sa Torreta

A Palma se le pone cara de lechuga

Carteles llamativos en el exterior de una frutería de barrio.

Palma parece estar repleta de vegetarianos o veganos (los primeros no comen carne de animales, pero sí productos como huevos, leche o queso; los segundos ni siquiera utilizan la miel). Cualquier forastero que se dé un garbeo por sus calles creerá que los palmesanos han renunciado al frit de freixura, al llom amb col y hasta a la sobrassada. La ciudad se ha llenado en un par de años de tiendas dedicadas a la venta de frutas y verduras. Solo un ejemplo: en un paseo entre Jacint Verdaguer y la calle Manacor se cuenta una decena de estos comercios.

Las fruterías han brotado ahora igual que hace dos décadas abrieron decenas de videoclubes... y hoy no queda casi ninguno. Las verdulerías han eclosionado con la misma fuerza que un lustro atrás a media isla le dio por pensar que una tienda de cigarrillos electrónicos sería tan rentable como una mina de oro... y en la actualidad apenas resta un puñado de expendedurías de aquel producto que llegó para liquidar el pernicioso tabaco.

Estamos en el periodo en el que en los mercados y tiendas brotan todos los colores de la temporada. Ciruelas verdes, amarillas y rojas. Melocotones desde el naranja claro hasta el marrón oscuro. Las primeras uvas verdes o burdeos. Pimientos rojos, verdes y amarillos. Lechugas romanas, iceberg, de hoja de roble... Ninguna paleta de pintor es capaz de igualar la cantidad y variedad de colores del mercado.

Existen dos categorías de fruterías. Unas ofrecen un producto selecto. Picotas de primera calidad, melones auténticos de Cantaloup, tomates Raf... Las otras apuestan por el precio. Por esta razón, en la mayoría de las ocasiones los plátanos, los albaricoques y los melocotones que venden suelen estar rozando el final de su vida útil. Las primeras tienen carteles exteriores discretos, las segundas apuestan por fotos con colores tan brillantes como irreales resaltados por la técnica del fotógrafo o del experto en retoques digitales.

A Palma se le ha puesto cara de lechuga. ¿Es también ahora una ciudad que come de forma más saludable?

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