El juez Penalva volvió ayer a dictar una orden de prisión relacionada con la trama policial. En esta ocasión el afectado es un agente de la Policía Local de Palma, que está acusado de amenazar de muerte a su exmujer, que es una testigo protegida que ha facilitado importantes datos sobre la trama corrupta. La mujer, que declaró el pasado mes de febrero, solicitó esta protección especial debido a que tenía miedo de las consecuencias que podría acarrearle esta declaración.

El agente, Ernesto V., fue detenido el pasado lunes por la Policía. Horas antes su expareja presentó una denuncia porque se sintió amenazada. La denunciante asegura que, al entregarle la hija que tienen en común, le hizo un gesto con la mano como si le apuntara con una pistola y le disparara. La víctima relacionó este incidente, no con las desavenencias familiares que tiene con su expareja, sino por haber aportado a los investigadores datos que le implicarían en actuaciones ilegales como funcionario de la Policía Local. El detenido, defendido por el abogado Eduardo Morell, negó las amenazas. Sin embargo, su declaración no convenció ni al fiscal Subirán, que pidió su ingreso en prisión, ni al juez, que posteriormente la decretó.

Este policía local también se vio implicado en la agresión a un detenido ocurrida en el cuartel de San Fernando, que fue grabada por la cámara interna. Este agente fue quien, antes de que la víctima recibiera varias patadas en la cara (lanzadas por un oficial), supuestamente propinó varios puñetazos al joven cuando estaba esposado a la silla. El policía está pendiente de que se le juzgue, ya que inicialmente no se le implicó en este caso de torturas por el que se condenó a cuatro funcionarios policiales de Cort.

La testigo protegida detalló una declaración muy contundente contra el agente, asegurando al juez y al fiscal que es un consumidor habitual de droga y sufre una fuerte adicción a la cocaína y a los hongos. Debido a que con su sueldo de funcionario tendría dificultades para financiar esta adicción, el policía le confesó a su entonces pareja el sistema que utilizaba para poder drogarse. Le contaba que la droga se la quitaba a los camellos que la vendían en la calle y después la consumía. No lo hacía solo, sino con sus compañeros más íntimos que, según la testigo, también eran consumidores habituales de droga.

Un vídeo comprometido

La mujer contó que un día Ernesto se presentó en su casa y le mostró un vídeo que llevaba grabado en un pendrive, que se refería a la agresión al detenido que estaba engrilletado en una silla. La testigo reconoció, sin ninguna duda, a su pareja como el policía que agredía con puñetazos al indefenso detenido. Le culpó a ella de esa acción y dijo que había golpeado a un detenido porque el día anterior habían tenido una pelea conyugal. Le aseguró, según detalló la testigo protegida, que se había enfadado mucho por esta discusión y que el arrestado había pagado las consecuencias. Sin embargo, le confesó que tenía mucho miedo porque esta conducta le podía suponer una suspensión. La testigo relacionó los episodios de violencia que padeció con el consumo de drogas. Aseguró que cuando toma cocaína "pierde la razón y se vuelve violento". También dio detalles de la estrecha relación que mantiene con un grupo de compañeros, más allá del horario laboral. Explicó que con estos policías salían de copas por varios locales del Paseo Marítimo, donde nunca pagaban ni la entrada ni las copas.

El policía local negó ayer que hubiera amenazado a su exmujer y relacionó el incidente con una discusión por el régimen de visitas de la hija en común.