Cuando en el interior de un club de alterne había problemas, los agentes del Grupo de Actuación Preventiva (GAP), lo solucionaban "de manera violenta". Un ejemplo -narrado por las propias víctimas- es que tiraron a una prostituta dentro de un contenedor de basura. Así lo recoge un informe policial que acusa al empresario del ocio Miguel P. B. como responsable de un grupo criminal organizado, en el que varios policías y al menos un funcionario del área de Urbanismo de Cort estaban implicados. Otros de los episodios violentos que aparecen en los informes policiales mencionan las agresiones "de manera continua a presuntos carteristas, incluso llegando a prohibirles salir de sus domicilios sin el consentimiento previo de dichos agentes policiales".

Otra testigo protegida asegura que varios de los policías implicados eran consumidores habituales de toda clase de drogas y que incluso tenían una persona que les llevaba estupefacientes a domicilio. Tras consumir estas sustancias, los agentes eran todavía más violentos.