El sumario de la trama corrupta de la Policía Local de Palma pone en evidencia la estrecha relación que mantenían una serie de funcionarios investigados con empresarios del sector nocturno, con importantes intereses económicos en la ciudad. Se trata del Grupo Cursach y del Grupo Pabisa, ambos propietarios de negocios, sobre todo, en la playa de Palma. El juez Penalva y el fiscal Subirán mantienen que estos empresarios recibían preavisos de los agentes investigados cuando estaba previsto realizar algún tipo de actuación en sus respectivos locales. Uno de los empresarios tiene en propiedad varios clubes de alterne en la Platja de Palma. Daba órdenes a sus empleados que cada vez que entraba un policía local, se le invitara. Podía tomar copas y mantener relaciones con las mujeres, sin pagar un solo euro. A cambio, supuestamente, recibía este trato de favor, que se traducía en que no recibía apenas inspecciones y, mucho menos, sanciones económicas. Precisamente, según los testimonios recogidos, uno de los funcionarios que con más frecuencia acudía a este club de alterne y mantenía relaciones sexuales, era el jefe de la Patrulla Verde, Bartolomé C. A., la unidad que precisamente tenía el encargo de realizar las inspecciones de estos negocios. De hecho, uno de los testigos que ha declarado, que es un policía, indicó que si quería localizar a su jefe lo buscaba en un conocido club de alterne. En cambio, si era la hora de comer, lo solía encontrar siempre en el mismo bar, donde se supone que también le invitaban. Antes de que Bartolomé C. A. fuera nombrado jefe de la Patrulla Verde, dirigió durante años la comisaría de la Platja de Palma.

Uno de los agentes que realizó una inspección en un club de alterne de s'Arenal recibió una reprimenda del jefe de la Patrulla Verde, prohibiéndole seguir con el tema y obligándole a marcharse. Según uno de los agentes que ha declarado como testigo, este oficial de la Policía Local era quien establecía la lista de locales que no se podían inspeccionar y, al mismo tiempo, indicaba los negocios que había que inspeccionar hasta agotarlo y conseguir su quiebra. Las órdenes nunca eran por escrito, para no dejar constancia. Eran siempre indicaciones verbales. El jefe de la Patrulla Verde, que lo sitúan muy cerca del Partido Popular, solía acudir con frecuencia a los congresos del PP y se le veía con José María Rodríguez.

Los dos empresarios que se han beneficiado de esta protección, además de evitar inspecciones, disfrutaban de otras ventajas. Los policías no permitían que los grupos de delincuentes que actuan por la Platja de Palma se establecieran en las zonas donde estos empresarios tenían intereses económicos. Los ladrones tenían que ir a otras zonas.