Fuego, risas, música y supersticiones son los ingredientes que un año más hicieron mágica la noche de Sant Joan, también conocida como la noche bruja. En Palma el plato fuerte fue el correfoc organizado por la Federació d'Associacions de Veïns de Palma en la que unos 200 demonios de seis agrupaciones bailaron durante una hora y asustaron a los presentes.

Con un cuarto de hora de retraso, las luces del parque se apagaron. Los tambores de la batucada comenzaron a repicar y dieron paso al humo y al fuego. El Drac de na Coca fue el primero en dejarse ver por sa Portella con una traca inicial espectacular. Sorprendió una ráfaga de cohetes que se alargaban por encima de las cabezas del público. Móviles y cámaras de fotos se levantaban sobre la multitud, mientras el ruido ensordecedor de los petardos resonaba junto al lago.

Minutos después comenzó el desfile de los demonios, las carreras y los bailes. Los diablos, como siempre, se aprovecharon de los despistados para asustarles. El final del correfoc llegó bien pasada la medianoche, hacia las 0.20 horas, con unas lanzas de pirotecnia que se vieron en buena parte de Palma.

Antes del correfoc, el encargado del pregón de la noche fue Toni Rotger, conocido vecino de sa Calatrava y promotor de movimientos vecinales. Él fue la cuarta persona que encarna al dimoni bufó, el personaje creado en 2013 por la federación vecinal para dar la bienvenida a la fiesta -los cuatro años han sido hombres, por cierto-. Fue un pregón muy personal que combinó la irreverencia y la crítica a la clase política. Falto de ritmo, se extendió durante 20 minutos. Fue tímidamente aplaudido y se llegaron a oír algunos silbidos de los asistentes.

La novedad de este año vino en la apertura de la fiesta con un corredemonios infantil muy divertido que sirvió para abrir boca a la traca final de la noche. Más de 3.300 petardos y casi 82 kilos de pólvora se quemaron durante el paseo infernal.

Mientras el Parc de la Mar, las playas estaban rebosantes durante la noche más corta del año, Música a todo trapo. Bocadillos o carne a la brasa. Hogueras y desfiles de gente que, como hormiguitas, colmaban todos los centímetros cuadrados de arena.

El solsticio de verano fue la ocasión perfecta para mostrar todas las supersticiones. En la arena hubo cientos de personas vestidas de blanco. Las más engalanadas, con collares de flores en la cabeza. Muchos cumplieron con el ritual de quemar lo malo en una hoguera. Y hubo opciones para ello. Solo en la playa de Can Pere Antoni se podían contar más de cuarenta fuegos. Todo el paseo marítimo se llenó de humo con olor a churrasco. A partir de la medianoche, como manda la tradición, muchas y muchos valientes se atrevieron a nadar en las gélidas aguas del Mediterráneo.

A las tres de la madrugada, comenzó la operación limpieza. Emaya programó un refuerzo de 50 trabajadores para limpiar las playas, sobre todo en el Portitxol donde se celebró una fiesta holi.

Un día más de fiesta

A diferencia de otros años, la fiesta de Sant Joan no acabará con la revetlla de ayer. En esta ocasión el 24 de junio es fiesta en el municipio de Palma y el Ayuntamiento ha preparado más actos festivos. De las 11 a las 19 horas en el Parc de la Mar se celebrará la primera edición del Esclataventura, una fiesta infantil con juegos, deportes y actividades de aventura.

Por la noche a partir de las 21 horas seguirá el jolgorio con la actuación del grupo de folk L'Ermità, una performance para conmemorar el 40 aniversario de las fiestas vecinales en los barrios y una verbena en la que actuará El Niño Alcalino & The Chuskers.