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La vida secreta de los vencejos

La vida secreta de los vencejos

He tenido la suerte de vivir en varios pisos con tejados a la vista. Y cada inicio de verano, los vencejos me han ofrecido su espectáculo. De buena mañana, sus gorgoritos. Sus cabriolas. Sus vuelos circunflejos sobre el papel azul del cielo.

Los vencejos, como las golondrinas, son aves de aire. Se pasan el día volando y no bajan nunca al suelo, a no ser por accidente. Tienen unas alas tan grandes que no podrían caminar. Están diseñados para los espacios amplios. Para el vuelo.

Sin embargo, hay un momento en que se esconden. Es cuando llegan a esos huecos que dejan las tejas. Entonces, en un segundo desaparecen de tu vista. Se introducen en espacios casi imposibles, donde guardan sus crías. Tanto utilizan las anfractuosidades de las casas como esos nidos tan perfectos, hechos de ramitas y barro, con una pequeña apertura por donde entran y salen. Adosados a los aleros y las alturas.

Contemplar a los vencejos es una gran distracción. Puedes estar horas y horas siguiendo sus frenéticas actividades. Sus zigs-zags. Hasta que llegan al nido y desaparecen. Entonces piensas: "¿Qué hacen en la oscuridad del nido? ¿En qué piensan?". Porque si bien en muchos casos se limitan a dar comida a sus crías, otras veces están un buen rato sin salir. Como si estuviesen muy ocupados.

¿Cómo es la vida secreta de los vencejos? Metidos en esa grieta, lejos de los horizontes a los que están acostumbrados. ¿Tal vez piensan en sus inmediatas migraciones? ¿Sueñan e imaginan cazas fantásticas de mosquitos? ¿Arrullan a sus polluelos? ¿Miran cautelosamente a través de la entrada, a la busca de posibles enemigos?

La verdad es que no cuesta mucho imaginarse como vencejo. Fantasear con ese momento de refugio absoluto. Cuando no hay peligros a la vista. Y te sumerges en tu vida interior, tu realidad profunda. Como compensación a tanto vuelo, tanto desplazamiento, tanta atmósfera conquistada.

Los vencejos, a pesar de ser unos visitantes tan familiares, guardan un pequeño misterio. Y eso les hace todavía más atractivos.

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